El decreto del gobierno de Venezuela para controlar la información y “la actividad enemiga interna y externa” apela a conceptos de la doctrina de seguridad nacional, con la que se arroparon durante varias décadas dictaduras militares derechistas de América Latina.
El presidente izquierdista Nicolás Maduro estableció mediante ese decreto el Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (Cesppa), que “solicitará, organizará, integrará y evaluará las informaciones de interés para el nivel estratégico de la Nación, asociadas a la actividad enemiga interna y externa, provenientes de todos los organismos de seguridad e inteligencia del Estado y otras entidades públicas y privadas”.
Esas acciones se llevarán a cabo “según lo requiera la Dirección Político-Militar de la Revolución Bolivariana” -figura que no existe en la Constitución ni en las leyes que organizan al Estado-, y las instituciones públicas o privadas “estarán en la obligación de aportar toda la información requerida por el Cesppa en el ejercicio de sus funciones”, dice el decreto.
El organismo también “podrá declarar el carácter de reservada, clasificada o de divulgación limitada a cualesquiera información, hecho o circunstancia, que en cumplimiento de sus funciones tenga conocimiento o sea tramitada en el Cesppa”.Como primer jefe del Cesppa, Maduro designó al mayor general Gustavo González López, excomandante de la Milicia Bolivariana, una fuerza que creó el fallecido Hugo Chávez (1999-2013) para respaldar en labores de defensa interior al ejército, la marina, la aviación y la guardia nacional.
El Cesppa “trae resonancias, tanto por su carácter de potencial organismo censor como, más grave aún, de inteligencia, orientado a controlar a presuntos enemigos internos, de la doctrina de seguridad nacional imperante en la región entre las décadas del 70 y del 80”, dijo a IPS el politólogo argentino Andrés Serbin. También “es altamente preocupante que sobre el Cesppa no se prevea ningún tipo de control de la ciudadanía o de instituciones civiles, incluyendo el parlamento, y que su primer director sea un militar”, observó Serbin, presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales, fundada en Managua en 1982 y con sede en Buenos Aires.
La doctrina de la seguridad nacional “mantuvo la idea de que, a partir de la seguridad del Estado, se garantizaba la de la sociedad. Una de sus principales innovaciones fue considerar que para lograr este objetivo era menester el control militar del Estado. Otra, la sustitución del enemigo externo por el enemigo interno”, ha apuntado Francisco Leal, profesor de ciencias políticas en la colombiana Universidad de Los Andes.
Esa doctrina fue parte de la estrategia estadounidense para combatir el comunismo en América después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Washington “consolidó su dominación sobre los países de América Latina, enfrentó la Guerra Fría, fijó tareas específicas a las Fuerzas Armadas y estimuló un pensamiento de derecha en países de la región”, apuntó Velásquez en el artículo “Historia de la Doctrina de la Seguridad Nacional” (Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Nariño, Colombia).Una de sus características fue la instrucción represiva que militares y policías latinoamericanos recibieron en la Escuela de las Américas, que Estados Unidos tenía en Panamá.