Jair Bolsonaro es el flamante presidente de Brasil. En las elecciones del pasado domingo, este militar de 63 años logró una victoria de aproximadamente 10 puntos frente al candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad. Bolsonaro consiguió el 55,13% de los votos mientras que Haddad logró el 44,87%.
Preocupa lo que pueda suceder en Brasil debido a las polémicas declaraciones que ha hecho a lo largo de la campaña electoral si éstas se convierten luego en política de gobierno. Entre las más explosivas están: volver los ojos a la dictadura militar del Brasil (1964-1985): “el error de la dictadura fue torturar y no matar”; facilitar la venta de armas a los civiles para que hagan justicia por mano propia; “vamos a barrer del mapa a los bandidos rojos (refiriéndose a los seguidores de Lula y del Partido de los Trabajadores); por no mencionar sus fogosas declaraciones marcadamente machistas, racistas, misóginas y homofóbicas.
No obstante, el ascenso al poder de Bolsonaro está dado no solo por una retórica neofascista, ultraconservadora y populista (equivalente al de Orbán en Hungría, de Duterte en Filipinas, de Erdogan en Turquía o de Trump en Estados Unidos), sino también por el fracaso del gobierno de Dilma Russeff y el Partido de los Trabajadores (PT) en el manejo económico, la proliferación de la corrupción, el incremento de la inseguridad y la violencia.
Hace 10 años Brasil tenía un crecimiento económico del 7%. Hoy, aunque ha ayudado la gestión de Michel Temer para dejar atrás la recesión, se ubica en el 1%. No obstante el nivel de desempleo es del 12,1%, elevado si se compara con las cifras del 2009.
En cuanto a la corrupción, baste solamente mencionar el caso de Odebrecht. Sin lugar a dudas, el mayor escándalo de corrupción ocurrido en décadas en América Latina y en el cual estuvieron involucrados empresarios y políticos de prácticamente todos los partidos en Brasil.
En lo que respecta a la inseguridad ciudadana y la violencia, los índices se han disparado en Brasil. A más de la situación económica, que es uno de los problemas que más preocupan a la población, el índice de asesinatos subió en el 2017 a 64 000 personas. Hay un incremento de homicidios a personas LGBTOI (445), mujeres por violencia de género (4539) y violaciones.
Las soluciones planteadas por Bosonaro a estos problemas resultan polémicas. Por no decir que son un claro retroceso en términos democráticos. “Todos juntos vamos a cambiar el destino de Brasil. No podemos seguir coqueteando con el socialismo, con el comunismo, el populismo o el extremismo de izquierda”, ha dicho el nuevo presidente. Sin embargo, la solución planteada por Bolsonado apunta a un populismo y extremismo de derecha.
Todo esto se verá atemperado por la composición de las diferentes fuerzas políticas en el Congreso y el Senado. En ninguna de las dos cámaras tiene mayoría. Eso lo obligará a negociar y dejar eventualmente de lado sus propuestas más radicales.
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