Las ofensivas declaraciones del empresario Donald Trump sobre los inmigrantes mexicanos han tenido repercusiones inesperadas en varios ámbitos de la vida política de Estados Unidos.
Debido a que Trump es uno de los 14 aspirantes del Partido Republicano a la Presidencia de EE.UU., este exabrupto impactó inmediatamente en el resto de los candidatos, quienes inicialmente guardaron un absoluto silencio frente a sus afirmaciones.
Las primeras reacciones vinieron tres días después, luego de que los medios preguntaron directamente a los candidatos una opinión sobre lo dicho por Trump y cuando el tema se convertía en ‘trending topic’ en las redes sociales. Lo notable es que Trump pelea el primer lugar en las encuestas con Jeb Bush. Pero lo más importante de este episodio es que ha reabierto el debate sobre temas migratorios y la discriminación en Estados Unidos.
Indudablemente, Trump se olvidó de la historia. Se olvidó, por ejemplo, que EE.UU. es el país con el área más importante de inmigración en el mundo; que entre 1820 y 1990 ha acogido a más de 55 millones de personas procedentes de los más diversos lugares del planeta. Se olvidó también que este país nació de la inmigración y se ha desarrollado con el aporte y el esfuerzo de los inmigrantes. No hay duda de que Trump desconoce que la imagen que EE.UU. tiene de sí mismo es su historia de nación de inmigrantes.
A diferencia de Europa, donde la esencia y el origen de las diferentes naciones se han justificado en la homogeneidad cultural, en Estados Unidos la inmigración es parte sustancial de su identidad nacional. Prácticamente todos los estadounidenses descienden de inmigrantes y, por lo mismo, el tema migratorio ha sido un debate permanente en el seno de la esta sociedad, sobre todo cuando se cuestiona a qué inmigrantes admitir, cuáles deben ser sus características o sus orígenes étnicos.
Los originarios -denominados ‘nativistas’- donde debe situarse Trump, siempre expresaron hostilidad a los inmigrantes no angloparlantes. Cabe recordar que en California se promulga en 1882 la Chinese Exclusion Act, para frenar la inmigración de ese país. En los años
20 nació el conocido Melting Pot, defendiendo la idea de que con el tiempo los nuevos inmigrantes acabarían asimilándose a la sociedad norteamericana, consiguiendo la mezcla perfecta como una forma de puré o potaje cultural.
Más aún, en los años 60, al reconocerse la diversidad étnica, se dio valor al pluriculturalismo en la sociedad estadounidense, en el que cada grupo étnico poseía el derecho a desarrollar su propia cultura y sus propios valores en la sociedad acogida. Los principios de etnicidad venían promovidos por el movimiento de los derechos humanos y por el orgullo étnico emergente.
La imagen del ‘ugly american’ (‘americano feo’) puede resucitar con estos comentarios.
*Experto visitante en Libertad de Expresión en la Escuela de Leyes de American University (Washington)