El canciller Patiño se parece a Rafael Correa en la desproporción de sus actos y de sus palabras: el show montado en Cayambe para presentar al nuevo embajador del Ecuador en Bolivia, el dirigente indígena Ricardo Ulcuango, tuvo todos los ingredientes de un tarimazo sabatino. Patiño quiso escenificar la construcción del Estado Plurinacional en el Ecuador, mostrar a Ulcuango como un trofeo político y exhibirse junto a él como el símbolo del naciente Estado. ¿Por qué tanto show para nada más de presentar a un embajador? La desproporción de Patiño replicó viejas prácticas racistas de las élites tradicionales, pero esta vez mestizas y con acento guayaco. El show convertido en simulacro de integración de los indios.
El Ecuador se democratiza frente al mundo, mientras puertas adentro insulto y castigo. El Ecuador es el único país del planeta donde el Estado Plurinacional se construye maltratando a las organizaciones indígenas de acuerdo con los viejos patrones de la dominación hacendataria. (Para muestra, un botón: Correa ha descendido hasta lo más bajo para contestar el lenguaje grosero de Lourdes Tibán. En lugar de elevarse frente a las críticas, descendió hasta compararla con una ladilla. ¡Qué bajeza política!). El de la revolución ciudadana es el único Gobierno donde el Estado Plurinacional se construye con 150 juicios por terrorismo contra dirigentes indígenas. Y Patiño dándonos lecciones con sus anuncios: en un mes se designará a otro embajador indígena. En lugar de la discreción como testimonio profundo del cambio, el show.
La pomposa construcción del Estado Plurinacional retrata la arrogancia de la tecnocracia y de la élite política que nos gobiernan maltratándonos. Construyen el nuevo Estado mientras a los dirigentes indígenas se los enjuicia y silencia. Definen el buen vivir frente a organizaciones que han luchado años para alcanzar su reconocimiento. En su obsesión refundadora, nuestros revolucionarios dejan atrás los esfuerzos organizativos de los indígenas por conquistar un espacio propio en la sociedad y en la política. Entiendo que Patiño pueda montar un show con afiches de Tránsito Amaguaña y Eloy Alfaro de fondo para simular el nacimiento del Estado Plurinacional. Pero no entiendo que Ulcuango, en toda su dignidad, se haya prestado al juego del Gobierno mostrándose como embajador mientras a las organizaciones a las que él mismo dirigió con tanta convicción se las maltrata. A este Gobierno le hace falta discreción. Se ha convencido tanto de ser el gran refundador del país, que hasta el show de Cayambe les hace sentirse grandes en lugar de enanos. Han perdido el sentido de vergüenza. Con ellos empieza la historia, sin ellos no hay nada.