No hay cosa más antipática que se metan en tu intimidad y en tu cotidianidad. Y más aún, si algún extraño, se infiltra y transgrede, en horas cruciales, como las 6 de la mañana, en la que transitas entre seguir en la cama unos minutos más o despertarte definitivamente. En ese momento, muy tuyo, enciendes la radio para disfrutar, la lectura de las noticias.
Allí, en ese instante de ensueño, puedes pasar por alto, debido al nacionalismo, la interrupción del himno, pero detestas, que a más de la canción patria, te manden un paquete del Ministerio de Educación y de la Secretaría de Comunicación, el programa Educa, que de manera grosera, en 10 largos minutos, rompan el romance con la radio y su relato noticioso. “Educa” de las 6 de la mañana tiene diversas propuestas. Unas interesantes, otras mediocres, repetitivas y moralistas. Sin embargo, no dejas de molestarte que un intruso, el Estado, se metan, en tu cama o en tu baño o en tu desayuno, por tan largo tiempo, en una hora donde cada minuto es vital.
Pero más iras te da cuando, unas voces juveniles, que se identifican con la facultad de comunicación de una universidad, te dicen, tan temprano, “no seas Sancho”; que por el tono, se pude interpretar, “no seas bruto o pendejo”, supongo, por no conocer algo de literatura, que después te empiezan a explicar.
Por supuesto, en un programa de enseñanza radial y masiva de algo de literatura, Sancho, no es sino, Sancho Panza, el compañero de aventuras de Don Quijote de la Mancha. Pero el Sancho, concebido por Miguel de Cervantes, no es ningún pendejo. Es una persona del pueblo llano y regordete, analfabeto, pero pragmático, ingenioso, con chispa y sabiduría popular.
Esto no logran entender, los mentados estudiantes universitarios de comunicación auspiciados y pagados por el MinEduc, que enseñan literatura a millones, a través de la radio, en base a la descalificación y al menosprecio del talento popular.
¿Cómo se explica esto? Obviamente, se pone en duda la formación académica y pedagógica de dichos universitarios, pero también se duda de la formación y responsabilidades de sus contratantes, los rectores gubernamentales de la educación y comunicación de país, que sin mayor sentido crítico dejan que estas piezas, interrumpan la intimidad de la gente.
A más de la dudosa formación de los estudiantes, también preocupa, como la descalificación y la prepotencia, que es parte del estilo político oficial al más alto nivel, (el ministro del ramo también lo reproduce con frecuencia) ha permeado las relaciones sociales y la cultura de todos los ecuatorianos. En estos años de revolución ciudadana, todos hemos potenciado a nuestro yo violento y arrebatado.
Superar nuestra agresividad, es una tarea a desmontar, sin esperar, al post correismo, que se avecina.