Retorno de la diplomacia
Al igual que los anteriores ministros de Economía, de la Defensa y del Interior, la ministra María Fernanda Espinosa se convirtió en un lastre para el gobierno del presidente Moreno.
En el caso de Espinosa no se puede hablar de falta de preparación o formación. Lo que abonó para que su gestión sea deslucida y poco afortunada para el país fue su sesgo ideológico. Eso se tradujo en posturas polémicas frente a los hechos ocurridos en Nicaragua o Venezuela. Su papel poco oportuno con el gobierno de Colombia a raíz del secuestro del equipo periodístico de EL COMERCIO en la frontera norte. Su poca colaboración con los esfuerzos que se emprendieron desde el ministerio de Comercio Exterior…
Y aunque la gestión de Espinosa no fue tan deplorable como la de Ricardo Patiño, Guillaume Long o María Isabel Salvador, siguió la consigna del correismo de entregar la política exterior al eje La Habana- Caracas. En realidad, nunca tuvimos política exterior. Es decir, sólida, soberana y acorde con una tradición que mantuvo el Ecuador por décadas y atados legítimos intereses que deberíamos tener como nación.
Con la llegada del flamante canciller, José Valencia, suponemos que todo esto va a cambiar. Es diplomático de carrera, con estudios en Estados Unidos y Ecuador en ciencia política y relaciones internacionales. Como ha dicho el ex canciller José Ayala Lasso, “es uno de los ecuatorianos mejor formados en materia internacional”.
Se ha desempeñado recientemente como representante del Ecuador ante la OEA. Ha sido miembro de varias misiones permanentes ante la ONU, vicecanciller y embajador de Ecuador en Sudáfrica en la época del correismo. Funcionario de cancillería en las direcciones de Promoción Económica, Soberanía Nacional y Protocolo.
Hay mucho por hacer. Tener una política exterior y una presencia positiva en la esfera internacional. Recuperar espacio en instancias regionales. Agilitar nuestra adhesión a la Alianza del Pacífico y analizar, con mucho criterio, la posibilidad de liderar cambios y posturas positivas en instancias regionales como la OEA, Unasur, CAN o Mercosur. La salida del ALBA debería estar en la agenda.
Colaborar más estrechamente con la cartera de Comercio Exterior. Una de las prioridades del país es crecer, exportar más y mejorar los niveles de inversión extranjera. Este es y debería ser uno de los principales objetivos estratégicos.
También institucionalizar el servicio exterior con una gestión mucho más profesional (no politizada) y con el personal idóneo. Reactivar la Academia Diplomática, abrir espacios de consulta con universidades y centros de investigación (think tanks) que permitan fortalecer las acciones que podría emprender la Cancillería. Allí cumple un papel importante también la “Junta Consultiva de Relaciones Exteriores”.
Esperemos que estas prioridades estén dentro de lo que el presidente Moreno ha dicho como “giros en la política exterior”.
smantilla@elcomercio.org