Los puentes como objetivos militares tienen una larga historia. Lo sucedido con el Kerch que une la anexada Crimea con Rusia es un episodio bélico que ha recibido como respuesta un bombardeo extremo a varias ciudades ucranianas que no eran objetivos militares sino civiles. No es una novedad en la historia cruel de los conflictos como se recuerda lo sucedido con Londres, Varsovia, Bremen y sin comparación por la magnitud, con Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial.  Â
Sin embargo, en la particular historia que registra el conflicto Rusia – Ucrania puede ser un punto de giro, aunque todavÃa no se atina a predecir las consecuencias. ¿Qué viene después?  ¿Se ordenarán las sillas para instalar una mesa de negociación internacional?  ¿O crecerá el peligro de una conflagración mayor?
Es posible que haya trofeos repartidos si Rusia y Ucrania logran firmar la paz; sin embargo, otros temas podrÃan incluirse como   la neutralidad estratégica de la OTAN y la participación en el acuerdo final de los PaÃses Bálticos, la frágil Polonia y a una forzada aceptación por parte de Suecia y Finlandia. De aceptar estos términos u otros similares Ucrania alcanzarÃa una independencia estatal garantizada pero limitada en su autonomÃa internacional. Todos, particularmente, los lÃderes occidentales deben aceptar que pasaron los tiempos de la Guerra FrÃa y que la situación actual no puede ser comparada con la crisis de los cohetes en Cuba 1962.  Â
El armamentismo nuclear ha subido pues se han diversificados los paÃses que almacenan su contenido y no existe ningún club privado exclusivo como sucedió en el pasado. No es posible prever el futuro de Rusia, pues si hay un fin también implicará el de Putin y su grupo de poder.  De lograrse una salida negociada, solo la posibilidad de que siga encendida la mecha de un desenlace nuclear cambiará la historia; mucho más diferente de lo que significó el holocausto de Japón para finalizar el segundo gran conflicto mundial.