No se trata de marginar el triunfo de Sergio Massa y los opositores argentinos en la Capital Federal y provincias emblemáticas del país. Todo lo contrario; hay que reconocer que, a pesar de la fragmentación similar a la de Ecuador, lograron derrotar a los rescoldos de un imperio de 10 años. El caso es que en la matriz del triunfo, como puede suceder en otros países se produjo la ecuación o suma de una movilización popular con índices económicos cercanos a la desesperación.
En la República Argentina, los primeros síntomas se expresaron cuando grandes sectores no aceptaron el polémico y antipático tema de la re-reelección de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Sumaron el capítulo ciudadano de la inseguridad que afecta a las principales urbes y cacerola en mano marcharon por las principales avenidas. No eran conducidos por políticos o líderes sindicales. Eran una manifestación absolutamente popular. Similar, en el caso ecuatoriano, a la protesta de los jóvenes por el Yasuní, a la de las mujeres por la despenalización de algunos casos de aborto y a la creciente movilización de los médicos o enfermeras por ser incluidos en de la edición nacional de “Mi lucha” o Código Penal Integral .
A la protesta popular se sumó el segundo descalabro económico de la región, pues a Venezuela nadie le quita el derecho a la primera autopsia. Habían gozado los éxitos mundiales de los precios de la soya y otros productos, pero la tendencia consumista y publicitaria de cualquier populismo que se precie, es gastar bien o mal, pero con réditos políticos inmediatos. Así se apropiaron de fondos de la seguridad social, creció el gasto y terminaron con un alto índice de inflación no reconocido, un cepo cambiario y las variables del comercio exterior jugadas al azar.
Esta ecuación de ira y desajuste, pueblo y economía, no la soporta nadie. Con todo el poder, salvo algunos espacios superiores de la justicia – imposibles en el Ecuador- el final fue implacable. Luego de los “cacerolazos” vinieron las prelegislativas y el domingo pasado el triunfo de la oposición fue contundente. El peronismo no ha dejado de existir, pues en sus múltiples manifestaciones es parte de la vida rioplatense, pero el kirchnerismo fue extinguido por el ego incontrolable de los gobernantes, aúlicos y contratistas beneficiarios.
La ecuación argentina con mayor dramatismo se repite en Venezuela donde la variable económica es más alta que la movilización popular, aunque los pronósticos o análisis internacionales advierten que es un caso terminal.
El caso de Ecuador es diferente, pues la protesta popular solo ha empezado a ensayar los pasos de la resistencia y la economía resiste el alto gasto o inversión pública, incluso con créditos exóticos como los de China o Rusia; sin embargo, no existe situación similar a la de los aliados en desgracia, pero puede estar germinado el fruto silvestre de la no re reelección.