El Presidente Noboa dijo que su política económica es un Progresismo Realista. Progresar significa hacer en 5 años lo que no se ha hecho en el presente siglo, que es atender la situación de los 4.5 millones de ecuatorianos que viven con menos de 3 dólares diarios; que son ciudadanos de a pie que más bien subsidian indirectamente a los que tienen automotores; que no son afiliados al IESS pero que subsidian a los 3 millones de afiliados con el 40% de los gastos, que no han salido de la pobreza en los últimos 23 años de dolarización y que siguen emigrando a buscar un destino humano.
Estos ecuatorianos no tienen agua ni alcantarillado, cuando se regalan 2.000 millones de subsidios al diesel, en algunos casos a empresarios que no necesitan, como los camaroneros que exportan 8.000 millones dólares anuales con pingües utilidades.
Mas, todo lo que se dice sobre el estado de situación económica del Ecuador es que ya no hay en dónde conseguir liquidez, pero se espera comenzar a recaudar recursos que son necesarios para que el Estado funcione. A lo que se añade la provisión para pagar la deuda externa que se vence en 2024/5 y las cuentas por pagar a los proveedores del Estado. Para ello será necesario negociar con el FMI la disposición de más fondos.
Esta situación no puede ser mejorada a la vuelta de la esquina si no continúa bajando el riesgo país, que condiciona el financiamiento para generar un desarrollo empleador. Necesitamos entonces desanudar la circulación de capitales en un país dolarizado que otorgas ventajas al inversionista cuando no corre el riesgo cambiario, pues sus utilidades son en dólares y no en moneda devaluable como Perú y Colombia.
La clave es la credibilidad que alcance el Presidente si se posiciona como capacitado para gobernar con pragmatismo y sin demagogia, con seriedad y justicia social, cuidando su capital político mediante una didáctica comprensible para que el pueblo entienda la razón de decisiones difíciles.
Mientras la Fuerzas Armadas estén en las calles su popularidad aumentará y podrá tomar decisiones estructurales y justas, con el apoyo importante de la élite económica para revertir la situación absurda de que, del Presupuesto que debe atender las necesidades de los pobres se subsidie a los que no necesitan. Si el realismo implica cambiar todo esto habrá progreso y disminución de la inseguridad, porque hacer sacrificios para que no cambie nada no es correcto.