De la insensatez de la censura de un libro y su consecuente publicidad gratuita, a la foto de la Megan y las memorias del 30 de Septiembre. De la decisión de declarar de interés nacional la explotación petrolera en el Yasuní, a las manos sucias de Chevron. De las lealtades y obediencias partidistas, que incluye tragarse sapos y colgar la toalla de las reivindicaciones mínimas, a los trinos lanzados al espacio virtual que se convierten en gran titular de un par de días. A esto le suele seguir una serie de trinos más de una miope oposición a la que parece que le gusta el juego.
La primera plana dura poco. Los temas se elevan como espuma de cerveza y, con la misma facilidad, se desinflan hasta ser enterrados por el olvido, hasta volverse nada. El poder marca el compás, como el director de orquesta que señala a cada instrumento la nota que debe tocar. Y los medios responden a la perfección a cada movimiento de la batuta. No hay tema que dure más de una semana y los publicistas y quienes llevan el mercadeo de la política lo saben y hacen todo para que así sea. No hay tema tratado de manera que se pueda esclarecer hecho alguno ni saber quién mueve los hilos de las marionetas ni, como en las novelas policiales, conocer, al final del libro, quién fue el que cometió el crimen, quién le puso cicuta al trago de vino.
La primera plana dura poco. Pero los temas siguen ahí. Muchos de ellos, la mayoría, quedan irresueltos. Algunos dependen de la justicia y de sus resoluciones. Y esta parece caminar como la tortuga: tan despacio como para perder la paciencia y apostarle, mejor, a la justicia divina. Otros dependen de la agilidad del funcionariado, y eso requiere otras dosis de paciencia y de aguante .
Mientras la orquesta suena por un lado, probablemente, las decisiones más importantes para el país se tomen por otro. Un juego en donde de un lado se lanzan balones a todos lados y de otro, simplemente se patea intentando desviar la pelota para que no entre en el arco. El reflejo condicionado de la prensa. El reflejo condicionado de la oposición. El reflejo condicionado de la academia.
Para la prensa: poco espacio para la investigación, para el análisis, para la confrontación de fuentes y para la verificación de hechos, pruebas, datos. Para la oposición: poco espacio para la confrontación de ideas y menos para la construcción de diálogo. Para la academia: poco espacio para la reflexión más allá de las coyunturas, poco espacio para las propuestas.
La primera plana dura lo que dura la espuma de cerveza. Un gran tema es desplazado de un plumazo, por otro, por otro, por otro más, día a día, semana a semana, todos, ciertamente, importantes. Novelas que no tienen final. Casos que no se resuelven nunca. Y un vértigo político que no permite ni treguas ni pausa.