‘Populismo penal’ o política de drogas

La buena noticia de los diálogos por la equidad y la justicia social es que, gracias a las inquietudes ciudadanas, el Gobierno está muy preocupado por las drogas en Ecuador. La mala es que, en efecto, está muy preocupado por las drogas.

Tan preocupado que de un día para otro la estrategia más ejecutiva fue pertrechar el brazo punitivo del Estado. Y solo bastaron dos plumazos: la resolución del Consep del 10 de septiembre que redujo las tablas de dosis de droga para aumentar el castigo de los microtraficantes y la resolución de la Corte Nacional de Justicia del 16 de septiembre para garantizar el confinamiento de esos sujetos, con prisión preventiva mientras dure el juicio, gracias a que, en esta materia, se aplicará un nuevo criterio de acumulación de penas para evitar la libertad: se condenará por separado cada tipo de droga y cada actividad, para superar el umbral de seis meses de cárcel contemplado en el Código Penal (COIP).

Lo curioso es que las resoluciones del Consep y de la Corte se producen luego de que en la sabatina del 5 de septiembre el Presidente pidiera que la tabla de drogas fuera más estricta y que los infractores reciban prisión preventiva y más de un año de cárcel. ¿Eso llevará a los grandes narcotraficantes a prisión?

El de las drogas es un problema de salud pública. El COIP no criminaliza a los consumidores. El proyecto de Ley de prevención de drogas, en la Asamblea, es una luz, pero la pirotecnia legal no basta. Ecuador tiene consumidores. En 8 años, ¿cuántos centros de tratamiento de drogas se han creado?, ¿cuántos especialistas (no solo policías con perros) han ido a las aulas?, ¿cuántos funcionarios están preparados para trascender al plan mochilas transparentes?, ¿cuántos hospitales han sido equipados en el tema?, ¿cuántas familias se han rehabilitado psicológica, económica y socialmente?

Las dudas son para la Asamblea General de la ONU. En su sesión especial de 2016 tratará políticas de drogas con un enfoque de salud y DD.HH., luego de entender que la visión punitiva lleva medio siglo de retraso. Sí, a pesar de que un diálogo pruebe que el castigo es popular.

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