Política exterior y elecciones

La política exterior es una política de Estado. Sus objetivos son exclusivamente defender y promover los intereses nacionales; se fundamenta en los principios del derecho internacional (recogidos en la Carta de las Naciones Unidas) y diseña estrategias (integración, universalización de relaciones bilaterales, participación en foros internacionales, entre otras) para alcanzarlos.

Los países desarrollados y fuertemente institucionalizados tienen sus objetivos de política exterior definidos y a largo plazo: ampliar su influencia internacional, resolver disputas históricas, imponer su hegemonía regional o hasta global, en fin. Y esa definición y ejecución, aunque puede tener estilos propios y matices ideológicos, se mantiene sin importar el partido en el poder: los intereses son permanentes.

El Ecuador no ha tenido a lo largo de su historia claros sus objetivos, salvo el problema territorial con el Perú que unió al país en situaciones de fuerza y de paz hasta 1998 en que desapareció como objetivo. Se impone, en consecuencia, una definición de cuales son los objetivos de la política exterior. A parte de la seguridad, la convivencia en paz y la cooperación internacional, yo creo que el objetivo principal del Ecuador es el desarrollo en el amplio sentido de la expresión: comercial, de inversiones, de promoción cultural, de identidad nacional, de defensa del medio ambiente y de lucha contra el cambio climático. Y la política exterior, bien definida y ejecutada, es un mecanismo indispensable para lograrlo.

Vísperas de elecciones generales, con un gobierno ausente, los partidos políticos tienen, por mandato de la ley, que presentar un programa de gobierno y dentro de él, claro está, una definición de la política exterior que se proponen implementar. Esa definición debería ser una política que puedan compartir todos los actores políticos en la medida en que sea una política de Estado. Tiene que haber coincidencia en los objetivos y proyección a largo plazo para que pueda tener éxito. Caso contrario será un ejercicio vano de buenas intenciones incumplidas y durará poco tiempo.

Estos actores deben estar conscientes de que la política exterior no es solamente relaciones económicas. Hay mucho más que se entrelaza con lo anterior. Cualquier candidato que llegue al poder deberá enfrentar también situaciones políticas con los vecinos, América Latina, con Estados Unidos, China, Europa, Oriente Medio y muchos otros. No deberán involucrarse las ideologías que distorsionan la consecución y defensa de nuestros intereses, su implementación debe ser hecha por profesionales eliminando la cuota política y guardando estricta austeridad.

Nada sería mejor que haya una definición común de los objetivos de todos los aspirantes pues el país es uno solo. Sería un desafío y una muestra de inusual madurez.