Las polémicas de la FIFA

Se ha terminado la primera parte del Mundial de Fútbol y la mitad de las selecciones ya ha vuelto a casa. Una vez más la dinámica de los pueblos de este planeta se ha visto ralentizada por culpa del balón.

Por ahora se dice que somos testigos del mejor torneo de la historia, solo comparado en estadísticas con México 1970, y quizá este rumor tiene fundamento, sin embargo lo que siempre sobra en los torneos organizados por la FIFA son las polémicas.
Desde el inicio del mundial, la todopoderosa FIFA, ente privado supranacional que tiene más afiliados que la propia ONU y más poder económico y político que la gran mayoría de naciones en el mundo, ha levantado sospechas ya sea por arbitrajes parcializados o por sus curiosas decisiones en favor de unos equipos y en claro perjuicio de otros.

El penal regalado a Brasil contra Croacia en el primer partido fue la alerta inicial. Luego vino la vergonzosa e impresentable resolución de llevar a control antidoping a siete jugadores de Costa Rica cuando los ticos se atrevieron a ganar el partido a la favorita Italia. Más tarde se permitió que Brasil juegue su tercer partido luego de conocerse los resultados del grupo B con el que el anfitrión debía cruzarse en la siguiente ronda.

Al finalizar la primera etapa, tras el escándalo montado por el crack Luis Suárez y su mórbida manía de morder a sus rivales, la FIFA resolvió sancionar de manera ejemplar al delantero imponiéndole por un mismo hecho cuatro penas de distinta gradación (una de ellas, el colmo del absurdo, que le prohíbe asistir como espectador a los estadios en que se juegue fútbol).
Más allá de la injustificada acción de Suárez, agravada por su historial de acciones similares, la FIFA ha demostrado que tiene sus equipos preferidos, y también que hay otras camisetas que, dependiendo del momento, del lugar y las circunstancias, pueden resultarle tremendamente incómodas o antipáticas.

La sanción desmedida contra Suárez se convertirá en uno de los capítulos más tristes de la historia del fútbol mundial. La sola posibilidad de que una entidad deportiva pueda prohibir a un jugador que cometió una falta en el terreno de juego asistir a un estadio, resulta increíble y hasta tenebrosa.

Y, francamente, me cuestiono si la dentellada de Suárez es más grave que el codazo alevoso de Neymar a un jugador Croata en el partido inaugural, o si los puñetes y las patadas salvajes que hemos visto claramente en televisión podrían ocasionar un menor daño al rival que la marca de los dientes de Suárez en el hombro de Chiellini.

Por supuesto, varias de esas acciones fueron mucho más graves que la idiotez de Suárez, pero en el mundo del fútbol contemporáneo, lleno de cámaras e imágenes evidentes, hay cosas que la FIFA jamás será capaz de ver.

Suplementos digitales