No lo tome a mal, por favor, señor Alcalde del Ilustre Municipio Metropolitano de Quito. Al contrario, le encarezco, tómelo como ocasión más para una oportuna y serena reflexión. Va dirigido hacia Ud., con todo respeto y consideración, hacia el joven político, inteligente, muy bien preparado, entusiasta y –seguro- con muchas ganas de servir a Quito y, quien sabe, con el trascurrir del tiempo, a la nación.
Ud. mismo, muchas gracias, ha incitado estas líneas, con “la gota que derramó el vaso“, tras mirarle y escucharle a través de los noticieros televisos, respaldando las actitudes de sus iguales, en las afueras del CNE; penosamente, respaldando la violencia, la agresividad, la zozobra, el caos, interrumpiendo el tráfico, restando el escaso tiempo de las personas que vivimos y trabajamos en Quito, que dependemos de nuestras tareas cotidianas para subsistir.
Esperamos que los recursos utilizados, entre otros: las baterías sanitarias, el agua para ese servicio, su mismo tiempo (que se paga con lo que, cumplidamente, contribuimos de impuestos), provenga de las arcas de los partidos políticos y actores de tal evento y no -¡ojalá que no!- del indigente erario municipal.
Ud. es una autoridad, señor Alcalde, resultado de un mandato que se lo ganó en las urnas. Cuán honroso sería afirmar que Ud. es el representante de los habitantes de Quito. Pero, con actuaciones como esa: no, no, burgomaestre de Quito, Ud. no nos representa a todos, representa –según nos demuestra- a ese grupo de personas que, despreocupadas de sus obligaciones –si es que las tienen-, provocaron, inclusive utilizando algún niño, el odio, el rencor, el revanchismo, en un desbordante despliegue de bajas pasiones.
Queremos verle triunfador, señor Alcalde. Si Ud. triunfa, Quito triunfa. Le resta, creo, la mitad de tiempo en su período eleccionario. Invierta, por Dios, sus horas laborables y ese gran intelecto, no como prosélito de una gesta electorera, sino en guiar soluciones eficaces a tantos y gravísimos problemas que aquejan a nuestra amada capital: la fatídica ausencia de seguridad, el inefable tráfico de Quito, la grave contaminación, las calles y aceras destruidas y… un largo etc.; en definitiva, apunte su accionar a la “vida de calidad” que Ud. prometió a sus votantes.
Para completar el cuadro, con algo que aún está fresco ¿cuándo tendremos los quiteños un informe –objetivo- del resultado de sus gestiones de “investigación” en EE.UU acerca del caso Odebrecht? ¿Contribuyó en algo semejante despliegue de recursos, tiempo valioso y tanto esfuerzo para dilucidar ese lamentable asunto? Y, otra cosa, señor Alcalde ¿quién mismo es ese personaje -que se apellida Terán- al que recuerda, con ningún cariño y mucha indignación, gran parte de su Consejo Municipal?
Reflexión sin acción es desperdicio.