¿Qué nos pasa?¿Viaje al hoyo?
Si una sociedad se muestra incapaz de procesar sus diferencias de modo respetuoso y civilizado, podemos pensar que no es viable. ¿Fallida?
La deriva del debate y el choque político de los últimos días nos pone al borde del abismo, muestra nuestras conductas hostiles como sociedad y la falta de sensibilidad para ponerse en el lugar de los otros.
El proceso electoral, fue particularmente crispado por el contexto de la pandemia y de la muerte, que no se controla ni cesará por un buen tiempo, es un punto de partida.
Si a esa realidad, que no alcanzamos a comprender ni a procesar, le sumamos el ingrediente fuerte del cierre de empresas, numerosas desafiliaciones y el desempleo campeante, la deriva es peligrosa.
Los comicios del 7 de febrero sacaron a flote la poca madurez cívica que tras 40 años de gobiernos civiles, algunas intentonas de golpes de Estado, estrepitosas caídas de mandatarios, tensiones sociales, económicas y políticas, seguimos sumando.
Desde las encuestas a boca de urna, con una diferencia numérica ostensible al primer resultado del conteo rápido del Consejo Nacional Electoral, mediaron unas horas de incertidumbre.
El anuncio de un resultado parcial del conteo rápido, que minutos después mostró otro escenario, fue una decisión desafortunada que ayudó a sembrar desconcierto. Con una diferencia tan estrecha lo mejor hubiese sido no publicar resultado alguno y esperar. El ganador del proceso se siente inquieto y el otro candidato insiste en que le birlaron la elección.
El 12 de febrero fue un día tenso. La primera noticia del encuentro en el Consejo Electoral de ambos candidatos que se sienten con derecho a estar en la segunda vuelta electoral era una buena señal.
La ríspida postura de Yaku Pérez y la reacción de Guillermo Lasso parecían hacer tambalear cualquier posible acuerdo de una salida. Más tarde el documento trascendido trajo un alivio al país.
En las horas posteriores debió redactarse con premura pero con puntillosa claridad el instructivo para dar paso al acuerdo que hubiese permitido que ambos candidatos salgan con satisfacciones suficientes.
Mientras algunos carnavaleros desataban impúdicamente su algarabía, el cruce de cartas y comunicaciones empañaba el panorama en el fin de semana.
Las posturas obtusas no conducen a ninguna parte, lo más importante es el respeto absoluto e irrestricto a la voluntad popular expresada en las urnas y con el voto.
Ni posiciones cerradas ni marchas y peor declaraciones altisonantes son buenas consejeras y erizan la tranquilidad social y la paz pública. Inaceptable contar los votos bajo amenaza.
Ecuador y Quito no quieren repetir las escenas violentas de octubre de 2019. La elección no se gana con marchas.
La letra de la Ley puede ser superada con un conteo exhaustivo para que no queden dudas ni sombra de fraude, como sucedió hace cuatro años. Hace falta transparencia, menos palabras ofensivas y más claridad mental para encaminar al país con cordura.