La partícula de Dios

La contemplación del cielo infinito le hizo exclamar al salmista: “Los cielos proclaman la gloria de Dios”. Haydn y Bach se inspiraron en este salmo 18 para escribir hermosas cantatas. El orden del Universo fue también para algunos filósofos prueba de la existencia de Dios. La ciencia recorre otros caminos. El estudio del Universo en expansión a partir del Big Bang y el análisis de las partículas elementales, permitieron comprender el origen y las leyes del Universo, sin la necesidad de Dios, según dijo Stephen Hawkings.

La teoría de las partículas elementales tenía un detalle escurridizo, perseguido por los científicos desde hace 50 años y necesario para explicar por qué las partículas elementales tienen masa. Si el electrón, por ejemplo, no tuviera masa no se formarían los átomos y sin átomos no existirían ni estrellas, ni planetas ni personas. La existencia de esa partícula clave fue planteada por el físico Peter Higgs, por eso la bautizaron como el “bosón de Higgs”, pero editores y periodistas preferían llamarla con el nombre que le dio el físico Leon Lederman, “la partícula de Dios”.

Para buscar esa partícula se construyó un túnel circular de 27 kilómetros de diámetro a 100 metros bajo tierra en la zona fronteriza entre Suiza y Francia; es un acelerador de partículas formado por 1 232 imanes que funcionan a una temperatura de -271 grados centígrados, el lugar más frío del universo. Se aceleran las partículas hasta una velocidad muy cercana a la de la luz antes de hacerlas colisionar con una energía de hasta 8TeV (tetraelectrovoltios), la energía más alta alcanzada por el hombre. Se trata de imitar las condiciones existentes al momento del Big Bang.

El resultado de millones de colisiones de partículas elementales es estudiado por detectores como el Atlas, una catedral de metal de 45 metros de longitud por 25 metros de altura y 7 000 toneladas de peso. En este experimento trabajaron más de 3 000 científicos pertenecientes a 38 países. El Centro Europeo de Investigación Nuclear, CERN, anunció el miércoles pasado que tenía el 99% de certeza de que había descubierto el bosón de Higgs, o partícula de Dios.

La Iglesia Católica que condenó a Galileo por afirmar que la Tierra gira alrededor del sol y después se sintió obligada a rehabilitarlo, tiene mucho cuidado con establecer alguna contradicción entre la ciencia y la fe. Aun así, no podía callar ante la algazara desatada por el descubrimiento de la partícula de Dios. El papa Benedicto XVI dijo que los cristianos deben rechazar la idea de que el Universo se formó por accidente y añadió: “En la belleza del mundo, en su misterio, en su grandeza y en su racionalidad (…) solo podemos ser guiados hacia Dios, creador del cielo y la tierra”. El bosón de Higgs debe ser tan inspirador para un científico como el Salmo 18 para un creyente.

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