Los unos y los otros

“Cuando la raza consigue desenvolver plenamente sus energías peculiares, el orbe se enriquece de un modo incalculable: la nueva sensibilidad suscita nuevos usos e instituciones’ escribía Ortega y Gasset hace ciento siete años en sus ‘Meditaciones del Quijote’. Lo pensaba respecto del carácter español, secularmente mestizo, que nos legó su propio mestizaje enriquecido entre nosotros con la sangre indígena.

‘Desenvolver la energía peculiar de una raza’, ¿no es esta la solución al secular problema de nuestra identidad? Quizá somos, por ser mestizos, varias razas tan conexas entre sí como desconocidas unas para las otras y, además, divididos: unos somos los mestizos, otros, los indígenas. Entre los indígenas hay varias ‘razas’, grupos distintos desdeñados secularmente por los mestizos e incluso arrinconados unos grupos indígenas por otros, pues es triste que quien nació indígena y ‘subió’ de alguna forma, (ya este uso de ‘subir’ es trágicamente sospechoso) en lo personal, lo social, lo económico o político, desdeñe su antiguo y secular linaje por volverse ‘otro’ sin identidad, aunque distinto. Lo ‘distinto’ que no significa ‘mejor’ ni ‘peor’, como imaginamos pero que, en nuestro propio y menudo interés, adoptamos como ‘superior’. En una palabra, nos hemos acostumbrado a desestimar lo indígena, por serlo. Así que el cholo, para nombrar un nuevo mestizaje y sea dicho sin afán peyorativo alguno, mientras niega lo indígena, aspira a tener suficientes elementos distintivos –dinero, sobre todo, el maldito dinero- para negar su actual condición y asimilarse a nuestros sedicentes ‘blancos’, aunque ni en España ni en ninguno de los países mediterráneos, ni en nuestros países americanos hay una raza ‘pura’.

¿Qué mestizaje o mezcla habrá habido en la pavorosa personalidad de Hitler; cuál, en la de Putin y en la de Bolsonaro y en la de Trump y en el colosal armario –sin metáfora- que es Maduro y en la ‘puerta pintada’ por definición propia que es la Kirchner, a quienes tanto se acerca, física, química y ‘espiritualmente’ Correa? Ocurre que ellos también pertenecen a grupos, a raleas y linajes, a castas, especies y calidades. Se les dio el poder y qué hicieron, qué hacen con él, preguntamos en justicia: solo en la posesión de poder, por pequeño o grande que sea, se prueba el ser humano. ¿A quién o a quiénes beneficiaron, que los beneficios ‘dados’ no recayeran cuadruplicados sobre ellos mismos? ¿Cuánto de lo negativo enmendaron en su país, y cómo permitieron que su pertenencia a la sociedad que les dio el poder, donde obtuvieron cuanto ambicionaban y más, fuese, gracias a ellos, dignificada?

‘Desenvolver las energías peculiares de una raza’… Solo la buena, la profunda educación sobre nosotros mismos, sobre el mundo, para cada uno de nuestros niños que, cuanto menos dotados materialmente deben ser mejor educados, puede redimirnos. ¿Atisban esto nuestros candidatos, que juran que cuanto menos exijan en colegios y universidades lograrán el bien del país?

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