Barbie y el Che

Varios funcionarios nazis de alto y mediano rango, responsables de crímenes de lesa humanidad durante la Segunda Guerra Mundial, se refugiaron en América del Sur, un lugar lo suficientemente apartado y desconectado del mundo como para eludir a la justicia encubriendo sus verdaderas identidades.

Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Bolivia, fueron los destinos preferidos de los nazis que intentaron (y en muchos casos lograron) rehacer sus vidas como inmigrantes que se confundían con los sudamericanos en todo tipo de negocios y actividades familiares y sociales.

Uno de ellos fue Klaus Barbie, “el carnicero de Lyon”, un oficial de alto nivel de las SS y de la Gestapo, conocido por sus espantosos procedimientos de tortura utilizados contra prisioneros franceses durante la ocupación.
Al final de la guerra, Barbie llegó a Bolivia y allí pasó desapercibido hasta los años sesenta cuando se involucró en las operaciones de inteligencia del Ministerio del Interior boliviano. Más tarde fue designado consejero y asesor del plan de captura de Ernesto Che Guevara, que se había internado en la selva boliviana desde noviembre de 1966.

Uno de los íntimos amigos de Barbie en el ministerio fue el funcionario Roberto Quintanilla, que, casi un año después, participaría de forma directa en la captura y ejecución del Che, pero que, además, sería la persona que ordenó cortar las manos del guerrillero como trofeo y prueba de su muerte.

En esos años, otro de los alemanes que llegó a Bolivia con toda su familia fue Hans Ertl, buen amigo de Barbie. Una de sus hijas, Mónika, se involucró desde muy joven con el grupo guerrillero ELN (Ejército de Liberación Nacional), y participó con ellos en varias actividades clandestinas.

En 1971, en la ciudad de Hamburgo, Alemania, una dama rubia, muy elegante, que decía ser australiana, apareció en el consulado boliviano y pidió reunirse en persona con el cónsul, Roberto Quintanilla, por un futuro viaje que realizaría a ese país sudamericano. El funcionario atendió de inmediato a la hermosa dama, que, ya en su despacho, sacó del bolso un revólver y le descerrajó tres tiros que resultaron mortales. En la huida, a la dama se le cayó la peluca rubia, el revólver y su bolso en el que se encontró una nota con la frase: “Victoria o Muerte. ELN”.
Mónika Ertl fue acusada del crimen del cónsul boliviano, responsable de la captura y muerte del Che Guevara.

Aunque nunca se llegó a probar que esa misteriosa dama rubia era Mónika Ertl, Klaus Barbie, no abandonó jamás la búsqueda de la mujer, y en 1973, en La Paz, casualmente una tarde descubrió el lugar donde ella se ocultaba. Se efectuó un operativo policial en el que fue ejecutada la guerrillera, pero hasta el día de hoy no se ha encontrado el cuerpo de la mujer que habría asesinado a Quintanilla.

En 1983, Barbie fue deportado de Bolivia a Francia en donde se lo juzgó por varios crímenes y se lo condenó a cadena