La primera vez que escuché sobre el “estado de opinión” fue cuando un expositor colombiano hablaba de que es la antesala del control total del pensamiento.
El académico Jaime Fajardo estudió el concepto luego de que el entonces presidente de su país, Álvaro Uribe, elogiaba el estado de opinión el cual, lógicamente, estaba volcado a su favor.
Volví a escuchar la frase en Venezuela. Los intelectuales chavistas decían que ese fue uno de los grandes problemas de los primeros años de su “revolución”.
Se referían a que los medios privados, a quienes el chavismo ha declarado “la guerra total” desde que el coronel asumió el poder hace 11 años, marcaban la agenda temática del país. Y esa agenda, según ellos, debían imponerla quienes ahora tienen el poder.
El concepto aterriza hoy en el Ecuador tras la consulta y referendo del pasado 7 de mayo.
Según el discurso oficial, “como los medios no pueden vencernos en las urnas” tratan de crear un estado de opinión en una campaña masiva de destrucción de la imagen gubernamental.
El poder político habla de manipulación, campañas mediáticas, distorsión de la realidad, manejo discrecional de los resultados electorales, entre otros.
Y asegura que el rol de la prensa (de la prensa a la que han declarado su “enemigo principal”) no aporta al estado de derecho “porque no nos dice la verdad y nos manipula en favor de sus intereses”.
Según ese razonamiento, controlar la prensa es controlar la opinión y, por tanto, es controlar la tendencia de pensamiento de la sociedad en perjuicio de la mayoría y en beneficio de pocos.
Si seguimos el tono y contenido del discurso oficial, ¿quiere decir eso que manejar medios es no decir la verdad y manipular la realidad en favor de sus intereses?
¿Es por eso que el poder político mantiene bajo su control decenas de medios de comunicación mal etiquetados como “públicos”?
¿Qué significa, por tanto, crear un estado de opinión en el país?
El académico colombiano Jaime Fajardo nos da luces acerca de que es el poder el que realmente puede manipular y crear aquel estado de opinión.
(Ese poder) “vislumbra al país como una zona de orden público total, es decir como un solo convivir (…)”, lo que deriva en un solo pensamiento o una tendencia ideológica dominante.
Fajardo explica que el estado de opinión tiene como fin que los privilegios de los sectores vinculados al poder no cedan fácilmente esos beneficios y no acepten las reglas de la democracia.
¿A quién le convino crear un estado de opinión inmediatamente después de las votaciones del 7 de mayo? ¿Con qué propósito? ¿Por qué se difundieron resultados “extraoficiales” sin verificar, contrastar ni buscar otras fuentes?
Esas son las preguntas que el poder político debería responder al país sobre el estado de opinión.