La ciencia no es neutral. Por esta razón, nadie debería construir valores a partir de una teoría científica. La construcción de valores a partir de la Teoría de la Evolución fue, por ejemplo, un desastre.
Nos llevó, en algunos casos, al positivismo más craso, es decir al determinismo; a “validar científicamente” creencias idiotas, como aquella de la superioridad de ciertas razas o aquello de que las personas que crecen en climas tropicales son más propensas a la vagancia…
Del positivismo lógico heredamos la percepción de que hay una realidad externa a nosotros que discurre de forma independiente. Este principio puede ser aplicado perfectamente a las ciencias naturales. El problema, sin embargo, consiste en que también fue aplicado a las ciencias sociales y, dentro de ellas, al diseño de políticas públicas.
Una cosa es que la medicina demuestre que comer grasa en exceso es nocivo para la salud. Otra cosa muy distinta sería tomar esa evidencia científica y erigir como valor supremo un cierto tipo de dieta o comportamiento hacia los alimentos.
Una cosa es que la biología demuestre que los hombres y las mujeres tenemos, en esencia, el mismo ADN. Otra muy distinta sería utilizar esa evidencia científica para erigir como supremo antivalor a los concursos de belleza, por ejemplo.
La ciencia no es fuente de valores; es fuente de conocimiento. Y, en las ciencias sociales, ese conocimiento de la realidad siempre va a ser imperfecto e incompleto, porque aparte de que nuestros sentidos son limitados, esa realidad cambia, influida precisamente por nuestras acciones y argumentos que convencen a otros quienes, a su vez, modifican sus ideas y actos.
Esto quiere decir que las sociedades no funcionan como los experimentos físicos. En un laboratorio podemos demostrar que Y=f(x) siempre. Por ejemplo, que el agua siempre hierve a cierta temperatura en determinada altitud.
En ciencias sociales hay veces que Y=f(x); X=g(y). Es decir, hay escenarios sociales donde las causas y los efectos parecen interactuar entre sí. ¿La violencia es causada por la pobreza o la pobreza es causada por la violencia?
Podría decirse que la causalidad funciona en ambas direcciones y, por tanto, no podríamos afirmar categóricamente que la violencia desaparecerá cuando se elimine la pobreza, o viceversa.
Con esa misma lógica, tampoco podríamos decir con absoluta certeza que un impuesto a la comida grasienta permitirá construir personas de costumbres sanas ni que prohibiendo los concursos de belleza vamos a crear una sociedad menos machista y más igualitaria.
Hay, me parece, ligereza en las propuestas y decisiones de política pública del actual Gobierno. Esas propuestas y decisiones deberían estar sujetas a un mayor escrutinio interno.