En el texto constitucional -casi escondido- en los derechos de participación, se trata el tema del sufragio que es fundamental para la consolidación del sistema democrático. En dicha disposición se determina que el voto es obligatorio en cuanto a la concurrencia y libre en su contenido que puede ser válido, blanco o nulo. Esta última opción en algunos países se identifica como una protesta contra los candidatos o el sistema que los elige.
En el Ecuador ese voto nulo es de poca trascendencia en la historia electoral, pero en esta oportunidad, cuando predomina el desorden institucional y la apatía, es extrema en la ciudadanía, puede ser el instrumento para protestar contra la situación política a la que han conducido los electores y los representes elegidos. De ser manejada con inteligencia estratégica esta opción, sin que alcance la victoria, puede ser el aglutinante de una fuerza emergente por el cambio en la política del país.
Este voto con su implícito rechazo al sistema puede provocar un cambio político muy importante, pues los ganadores alcanzaran una legitimidad en la protesta que difícilmente la alcanzarían con un voto dirigido a un candidato o una lista en el sistema vigente.
Estas consideraciones también pudieron ser válidas para el actual régimen para tomar la iniciativa y convocar a una consulta integral que logre elaborar el proyecto de una nueva Carta Magna que modernice el sistema democrático y lo adapte a las nuevas exigencias de la sociedad. Esta iniciativa no interrumpe actual proceso electoral, pues los asambleístas podrán aprobar en sus disposiciones generales que el proyecto sea expuesto a un referéndum aprobatorio. Un procedimiento de esta naturaleza permitirá desfogar las cuales presiones que existen sobre la legislatura y la función judicial. Aunque parezca a largo plazo será más nutritiva que la “chocolatera” de la actual consulta del ejecutivo cuyos insólitos ensayos serán retaceados por la Corte Constitucional.