Vamos a morir en escena
Quito es un páramo cultural”, esto me decía hace poco un consagrado escritor. Al comparar nuestra ciudad con otras capitales latinoamericanas es tentadora la imagen de los artistas como cóndores solitarios, planeando sobre un enorme vacío despoblado.
Es siempre divertido (además en línea con nuestro deporte nacional de quejarnos amargamente) despotricar en mil colores contra las distintas causas institucionales, políticas, sociales, de esta indigencia. Pero dejando de lado este ejercicio muchas veces estéril, más valioso es apuntar allí donde hay productos nacionales excelentes, asistir masivamente para demostrar nuestra voluntad de superar viejas etapas y cambiar el páramo por una jungla.
Hay sin duda una nueva proliferación de iniciativas artísticas y la imagen que tengo no es la de un paisaje desolado sino la de un huerto donde están germinando verdaderos diamantes. ¿Dónde podríamos identificar entonces el punto de inflexión que nos permitiría esperanzarnos en la llegada de un renacimiento cultural quiteño?
En el ámbito teatral pienso que ha llegado y no coincidentalmente de la mano del Patio de Comedias. Este grupo nació de las representaciones teatrales en la sala familiar de una casa en Machachi… tiene el hambre artística en su esencia.
Ese punto consiste en idear desde cero una pieza totalmente innovadora (formato, sentimientos presentados al público, recursos teatrales y musicales, la inclusión de la filosofía en la obra… la mezcla propuesta es una primicia en el teatro nacional) y acabarla con una calidad impecable. “Cuando acabe la escena” está dirigida por la española María Elena Mexía, cum laude de la Accademia di Belle Arti de Milán, directora y escenógrafa de una veintena de obras que se han presentado en Grecia, Italia, Holanda, México, Italia, Japón, Bélgica, estudiosa del canto lírico, directora y editora de documentales… un verdadero peso pesado. La obra opone dos facetas de la legendaria soprano María Malibrán. Por un lado la artista, la esencia del canto, por otro la mujer, el cuerpo. La soprano ecuatoriana María Isabel Albuja estremece al público con su voz mientras que Juana Guarderas – con todo su calibre artístico – nos transmite los sufrimientos y las esperanzas del personaje. La música y la mujer se van entrelazando, hasta la muerte de la actriz en el escenario. Según la directora “Poco a poco ambas se unen en una conciencia hasta que el cuerpo muere y la arista queda como recuerdo y mito en la historia de la ópera.”
Juana me dijo que en el teatro “el actor es un exhibicionista y el público un voyerista” de los sentimientos, pues a partir de ese voyeurismo el público podrá sentir la inusual experiencia de morir en escena del 19 de junio al 6 de julio, de jueves a sábado a las 20:30 y el domingo a las 18:30.