Un canal de televisión donde presté mis servicios envió unas veinte personas a Francia para la cobertura del mundial de fútbol. Cuando fui, dos semanas más tarde, pregunté a los compañeros si habían visitado el Museo del Louvre; no lo habían hecho pero estaban interesados en conocer a la Gioconda o Mona Lisa. Cuando realizamos la visita, al igual que muchos turistas, se decepcionaron al ver que era un cuadro pequeño (53 x 77cmts.), que estaba detrás de dos cristales y que todo el tiempo había una muchedumbre delante de la pintura. Recobraron el interés cuando les relaté las peripecias de la famosa pintura y algunas anécdotas relacionadas con la dama misteriosa.
La Mona Lisa pasó por el aposento de tres grandes personajes, el propio Leonardo que lo llevaba siempre consigo a donde iba, Francisco I rey de Francia y Napoleón Bonaparte, después pasó a ser propiedad del Museo del Louvre donde recibe la visita de seis millones de admiradores cada año.
Se han escrito muchísimos libros y se han contado muchas anécdotas acerca de la pintura, muchas de ellas fantasiosas. Que es el retrato escondido del propio Leonardo, que es la imagen de Cristo, que es una dama embarazada, que se hicieron seis copias perfectas cuando fue robada y la obra que se exhibe actualmente solo es una copia, y muchas otras historias.
Dos son verdaderas; la primera que Leonardo utilizó en este retrato, por primera vez, el “sfumato”, una técnica que consiste en difuminar el contorno mediante la aplicación del color en capas delgadas y con una gradación suave entre las zonas de luz y de sombra dándole un aspecto vaporoso e incluso de movimiento según el punto donde se fije la mirada.
La segunda anécdota es que recién se hizo famoso el retrato de la Gioconda cuando desapareció del museo (fue recuperado tres años más tarde). Al día siguiente del robo, un pintor que estaba haciendo la réplica, se encontró con cuatro clavos en el lugar donde estaba colgado el retrato. Pensó que los empleados lo habían retirado para una sesión de fotografía. Solicitó al jefe de guardias que preguntara a los fotógrafos porque, dijo bromeando: “cuando una mujer bella no está con su amante, está con los fotógrafos”. Recién a las 11 de la mañana se descubrió el robo y desde que se publicó la noticia, se formó una larga fila en la puerta del museo; la gente quería ver el espacio vacío donde había estado la Mona Lisa.
El 21 de Agosto que acabamos de pasar se cumplieron cien años del robo y el recuerdo de la Gioconda me ha hecho pensar en ese sentimiento curioso que se llama añoranza, una valoración tardía, pero, como dice la canción de Fondo Flamenco: “valorar cuando se pierde es cualidad de los humanos”. Cuando perdamos la libertad de prensa y la Democracia, ¿a dónde iremos a ver su espacio vacío?