Para lo demás, no hay Mashicard

Para reparar el proyecto Carrizal-Chone, que estaba funcionando solo al 60% antes de que el terremoto del 2016 dañara su tubería, se necesitarán más de USD 17 millones. El paro programado de la Refinería de Esmeraldas costará USD 130 millones, además de los USD 2 300 millones que costó su fallida rehabilitación.

Seguir con la construcción del proyecto Toachi-Pilatón, paralizado por incumplimientos y por problemas geológicos, significará una inversión adicional de 139 millones. Estas noticias de la semana no evitan que nos olvidemos de las inconmensurables pérdidas en el poliducto Pascuales-Cuenca, paralizado por fallas múltiples ni en el complejo de gas de Monteverde, que opera al 18%; de lo gastado en El Aromo, a nombre de una refinería fantasma, y de Bajo Alto; a más de la desfachatez de levantar elefantes blancos como algunas escuelas del Milenio y varios edificios para la ‘metida de mano en la justicia’.

No está demás decir que, aparte de darse lujos narcisistas, de derrochar y de propiciar la mayor corrupción de la historia nacional en cuanto a su volumen, para todo lo demás hoy ya no existe Mashicard. La economía del día a día, el desempleo que vemos a nuestro alrededor, el alza de los combustibles y los ajustes tributarios en camino nos lo recuerdan a cada rato, por más que en feriados largos como éste nos olvidemos de las cuentas personales diferidas y de las graves necesidades fiscales.

Por si todo el desorden y el daño causado a la economía ya no provocara un ruido ensordecedor, quedan al menos dos asuntos rechinando: el primero, el poder que siguen detentando los rezagos del correísmo. Unos, justamente parapetados en el partido del exministro preso por corrupción Iván Espinel, dan lecciones anticorrupción. Otros, siguen manejando los hilos del poder en organismos claves del sistema judicial, y se proponen tomarse el Consejo de Participacion Ciudadana y Control Social a través de un operativo bien preparado por sus huestes en el CNE.

Otro asunto no menor queda tintineando: ¿por qué se escoge la fórmula de la emergencia para completar el proyecto Toachi-Pilatón, cuando era un problema del que todos estábamos enterados hace meses y que tenía otras salidas? ¿Y por qué, solo después de anunciar la paralización programada de la Refinería de Esmeraldas, alguien se da cuenta de que dos empresas que iban a participar habían sido parte de su cuestionada repotenciación? ¿Otra emergencia en camino?

Ya hemos tenido suficiente de improvisaciones y de declaratorias de emergencia que han terminado en gravísimos retrasos y en costos desmesurados para todos los ecuatorianos y, por supuesto, en jugosos beneficios para quienes se aprovecharon del zafarrancho. Ya no hay Mashicard, pero tampoco hay paciencia. Que a nadie se le vaya ocurrir meterle la mano a lo poco que queda.