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Malvinas: 32 años después

Ni las evidencias de que la Guerra de las Malvinas fue un grosero error geoestratégico, ni el hecho de que fuera impulsada por un régimen militar, ni la certeza de que se expuso al país ante una innecesaria aventura bélica deben impedir que este 2 de abril cada argentino tribute merecido homenaje a quienes ofrendaron su vida por un pedazo de la patria, con elevadas muestras de heroísmo y coraje.

Resulta secundario, a 32 años del conflicto del Atlántico Sur, insistir en la sorprendente irresponsabilidad y falta de realismo del gobierno que, encabezado por el general Leopoldo Fortunato Galtieri, decidió en 1982 tomar por la fuerza las islas ocupadas sin derecho alguno por Gran Bretaña en 1833. Quienes adoptaron esa medida y nos llevaron a una guerra contra una de las mayores potencias militares y sus aliados ya han sido juzgados y condenados por la historia.

Hay dudas, sin embargo, de que la sociedad argentina en su conjunto haya calibrado debidamente el conmovedor heroísmo de quienes combatieron y en algunos casos dejaron su vida en la perdida perla austral.

Es un deber de todo argentino recordar a los 323 soldados y tripulantes del crucero General Belgrano, víctimas de un cobarde y criminal ataque perpetrado por un submarino nuclear británico en una zona alejada del teatro de operaciones bélicas. También, las proezas de nuestros pilotos, que compensaron la falta de la tecnología con una pericia y un valor reconocidos mundialmente. Y, desde luego, el coraje de los miles de soldados que, en la mayoría de los casos sin la suficiente preparación para una contingencia semejante, defendieron hasta donde pudieron el suelo de las Malvinas ante un Ejército mucho más poderoso y experimentado.

Los años inmediatamente posteriores a la derrota bélica estuvieron teñidos por un proceso de "desmalvinización", cuya más grave consecuencia recayó en el injusto olvido de los combatientes.

La convicción de que no hemos sido suficientemente solidarios ni sensibles frente a las necesidades de nuestros soldados surge con claridad a la hora de repasar la cantidad de suicidios de excombatientes, cuyo número extraoficial supera la cifra de muertos en el hundimiento del crucero General Belgrano. También, cuando escuchamos historias como la de excombatientes que se han visto forzados a empeñar su medalla de honor para hacer frente a sus necesidades básicas.

Ese olvido, esa indiferencia, da cuenta de la enorme deuda moral que la sociedad argentina tiene con sus héroes de Malvinas, una deuda demasiado grande, que no puede ser reparada con la mera concesión de una pensión graciable o ayuda económica.

Es menester que este 2 de abril, al margen de disfrutar de un día feriado no laborable, todos los argentinos comprendamos la importancia de recordar a quienes lucharon valientemente, más allá del grave error que supuso la guerra, y también de transmitirles a las nuevas generaciones la necesidad de honrar permanentemente a esos héroes que no nos han defraudado aun en la derrota militar.