“Si quiere conocer al pueblo ecuatoriano súbase en un bus de servicio urbano”, dice una antigua canción popular. Desde que me compré mi carro hace muchos años no me había vuelto a subir a un bus urbano. La vida se ve de otra manera a la que uno cree desde su comodidad. Me sorprendió la cantidad de vendedores ambulantes que suben al trole, pero especialmente de mendigos, muchos ciegos. Ahí uno se sensibiliza ante la pobreza, en un país que no da oportunidades y que ensalza la democracia. Mientras no haya democracia económica, todo lo demás es un sofisma.
La muerte de Santiago Gangotena ha reavivado el debate por enésima vez de la cantidad de muertos que ocasionan los vehículos en general. Harán algo?. Por cierto, Gangotena hizo noticia alguna vez en redes por su referencia a los “longos”. Casi nadie sabe que la palabra longo viene del kichwa lungu, que quiere decir muchacho. Los racistas lo castellanizaron como longo y lo utilizaron para referirse despectivamente de los indígenas.
Lo chistoso es que sí existe en castellano la palabra longo. Viene del latín y significa largo, desmesurado. Incluso existe el apellido Longo en Europa. Conozco algunos en Argentina. En Ecuador parece que no hay ningún Longo. Sería particular que un blanquito ecuatoriano se apellide Longo. Seguramente ya se hubiera cambiado de apellido a Long en inglés, como pasó con otros apellidos. O se habría suicidado de tanto bullying que le hubieran hecho los racistas, que son la mayoría de ecuatorianos.
La disputa en el movimiento indígena por el partido PK ha reavivado el racismo contra los longos. Los Longos creen que los longos son incapaces de autodeterminarse, y deben estar siempre a la cola de los Longos de derecha o de izquierda. La declaratoria de terrorismo para los grupos delincuenciales decretada por Lasso, en el fondo y en primera instancia, tiene el propósito de aplacar a los longos. A los Longos les gusta el longo obediente y cabizbajo. Es la historia de 500 años.