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¿Quién lee a Cortázar hoy?

Voy a demostrar, todo lo aprendido en mis cursos de astrología y periodismo de anticipación: veo, en el futuro cercano, casi inminente, una larga, homogénea, inagotable carretera de homenajes a Julio Cortázar. ¿Cómo lo hice? Ah, simples trucos del periodismo cultural: el 12 de febrero se cumplen tres décadas de su muerte, y el 26 de agosto se recordará el centenario de su nacimiento. ¿Alguno de esos artículos, que ya imagino titulados con magas, cronopios, famas y rayuelas, se preguntará si alguien lee a Cortázar hoy, a 30 años de su entierro en el cementerio de Montparnasse? ¿Alguien dirá quiénes son esos lectores? ¿Lograrán, los homenajes que recibirá en la Feria del Libro de Buenos Aires, y en Guadalajara, y en París, develar este interrogante? Al menos hasta donde yo sé, con Cortázar pasa algo extraño, lo contrario a lo que sucede con Jorge Luis Borges, el otro nombre que dominó el panorama de la literatura argentina del siglo XX. Mientras es poco común encontrar a escritores argentinos (sean poetas, cuentistas o novelistas) que confiesen que no han leído ni leerán a Borges, en la opinión de muchos lectores sus cuentos tienen cierto carácter inasible. De Cortázar, en cambio, se afirma que se lo lee en las escuelas y en los colectivos, y que 'Rayuela' es la novela que todos deberían transitar en algún momento. Sin embargo, casi no conozco autores argentinos que lo mencionen como referente, o como una influencia determinante a la hora de escribir sus propios libros.

¿Hay, en la obra de Cortázar, textos que valga la pena volver a leer, después de tanto tiempo? Así que se hablará de Cortázar una y otra vez, en el diario y en la televisión, y se le dedicarán mesas redondas y conferencias y charlas y debates. Pero de nuevo: ¿cuántos serán los que lleguen a sus libros por primera vez, o vuelvan a ellos? Hace ya casi 10 años, en la última entrevista extensa que dio a un medio argentino, el escritor César Aira generó cierto revuelo al decir públicamente lo que tantos otros pensaban y comentaban en privado: "Cortázar es un caso especial para los argentinos, y no sólo para los argentinos, también para los latinoamericanos y quizás para los españoles, porque es el escritor de la iniciación, el de los adolescentes que se inician en la literatura y encuentran en él -y yo también lo encontré en su momento- el placer de la invención. Pero con el tiempo se me fue cayendo. El de los cuentos es el mejor Cortázar. O sea, un mal Borges. Luego, el resto de la carrera literaria de Cortázar es auténticamente deplorable". Mucha gente (escritores, editores, críticos y lectores) piensa igual que Aira. Cortázar como un Poe (a quien tradujo), un Lovecraft, un Salgari o un Verne, un escritor para leer vorazmente en la infancia y juventud, como una suerte de entrenamiento para la vida de lector adulto.

Uno podría imaginarle a Borges lectores dentro de mil años. ¿Podríamos imaginárselos a Cortázar? ¿Lograrán los homenajes volver a revivir una obra que parece dormida desde hace rato?