Lo más destacado del 10 de agosto en la Asamblea Nacional fue el mensaje del vicepresidente Lenín Moreno, quien recibió una prolongada ovación, no solo de los partidarios del Gobierno, sino de la oposición.
¿Ovacionado por todos? No. Hubo una persona que a las pocas horas me escribió para criticar los aplausos porque cuestiona a las misiones que ha liderado el Vicepresidente sobre las discapacidades.
Es Karina. Me recuerda que hace un año escribió después de un artículo mío sobre una de las misiones de la vicepresidencia. Me comprometí entonces a entregar personalmente la carta a Lenín Moreno porque al día siguiente nos encontraríamos en un desayuno.
Quedé tranquilo, la carta fue entregada en sus manos, Lenín Moreno dio instrucciones a uno de sus asistentes para darle una respuesta. Decepcionada, Karina asegura que nunca fue contactada por la vicepresidencia.
En torno a las discapacidades, ella tiene otro enfoque, se niega a aceptar el término por excluyente. Hay una discusión mundial para revisar el concepto de discapacidad y todas las acciones asistencialistas y caritativas en torno a esta grafía.
Esa visión, según Karina, es propia de las sociedades capitalistas, que califican al discapacitado como una persona que merece compasión de quienes se consideran “normales”. Esto se traduce no en un reconocimiento de los derechos de estas personas, sino en políticas que confunden solidaridad con misericordia o compasión.
En las Constituciones se habla bastante de pensamientos diversos. ¿Acaso no se puede hablar de diversidad de funciones físicas, sensibles y cognitivas de un individuo?, se pregunta Karina en su blog www.elsonidodetuvoz.com.
Así como Karina no se explicaba por qué aplaudían al Vicepresidente, yo no entendía su crítica y me atreví a preguntar. Respuesta: Julián (6 años), nació con TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo), una leve malformación cerebral que afecta su motricidad y su concentración.
Es duro para una madre enfrentarse a tantos exámenes y diagnósticos, a médicos amables y a otros nada sensibles. Un diálogo. Doctor: ¿Qué diagnóstico le han dado? Karina: TGD: Eso no es diagnóstico, es un perfil psicológico (el médico pide a su asistente que anote ‘retardo mental’). K: Seis años en este baile y es la primera vez que me dicen esto.
Actualmente Karina, su esposo, Julián y Tomás (4 años), viven en Bogotá, donde no han errado los diagnósticos y encontraron más opciones terapéuticas y educativas para su hijo con Diversidad Funcional Cognitiva.
Cuando pedí autorización para contar su historia, Karina me puso una condición: que presente a Julián como un niño lleno de sueños, con una bellísima sonrisa y una enorme generosidad. El fin de semana anterior -me cuenta emocionada- Julián aprendió a saltar.