ISD de Salida
El Ministro Pablo Campana anunció la gradual eliminación del ISD hasta 2022. Es la decisión correcta. El ISD es uno de los impuestos que más recauda, por lo que en momentos de estrechez fiscal, no es dable eliminarlo abruptamente. Aumenta costos de producción y desalienta el ingreso de capitales: un dólar al entrar al país, pierde 5% de su valor. Este impuesto tiene que irse.
Cuando esté vigente su desgravación paulatina, las empresas recibirán la señal que dentro de un par de años no incurrirán en un costo por sacar dinero del país, por lo que lo pueden traer ahora; se estimula el ingreso de capitales. A su vez, el fisco gana tiempo para adecuar sus finanzas, reduciendo costos e incrementando ingresos.
Podemos estar seguros que cada dólar que se deje de percibir por reducción del ISD, estará compensado por un dólar recaudado mediante nuevas normas tributarias. Porque el Fisco no puede incurrir en una disminución de ingresos.
Todo lo contrario, buscará incrementarlos. La carga tributaria va a pesar más. Es la factura que nos pasa el despilfarro de la última década.
El SRI computa lo que denomina “gasto tributario”: los ingresos que deja de recaudar por exenciones u otras medidas que favorecen a contribuyentes. Para 2017, calculó el gasto tributario en USD 4 900 millones, de los cuales USD 2 574 en el IVA y USD 2 044 en el impuesto a la renta. El cálculo para 2019 sería mayor, por los beneficios tributarios extendidos a las nuevas inversiones a través de la Ley de Fomento Productivo. El SRI encontrará formas de bajar ese gasto tributario. Una de ellas, ya anunciada, es la reducción de los gastos personales que podemos deducir de la base imponible del impuesto a la renta. La reforma tributaria se propondría este año, por lo que regiría para los ingresos de 2020, que pagamos en marzo-abril 2021. El efecto no es inmediato. Esa reforma tributaria tendría como plato fuerte el aumento del IVA en dos o tres puntos y su extensión a bienes hoy exentos. De ser aprobada, tendría vigencia inmediata. Pero será cuesta arriba para el gobierno que la apruebe la Asamblea.
Ante las escasas perspectivas de conseguir un alza del IVA, y la demora en que rinda ingresos una reforma al impuesto a renta, el gobierno miraría nuevamente a los subsidios a los combustibles: esta vez subiría el diésel para el transporte, exceptuando el público de pasajeros. Se focalizaría el gas.
Para la mayor parte de la ciudadanía, mejor que aumentar impuestos o alza de combustibles, sería que el gobierno ahorre reduciendo su muy inflado rol de pagos. Tanta gente a las que se les paga favores con un cargo de inspector de atmósferas. Pero hasta ahora las estadísticas no evidencian mayor voluntad para ello. Mientras menos se recorte el gasto, más tendrán que subir los impuestos.