Francisco Rosales Ramos
Incorregibles
Satisfecho estará el caudillo al ver que los sectores que se oponen al retorno de “las mentes lúcidas, corazones ardientes y manos limpias” por los enormes daños que causaron al país en los 10 años en los que se impuso su voluntad por sobre la institucionalidad, vuelven a ser incapaces de poner el interés nacional por sobre el personal o de grupo.
Así triunfó en las elecciones en la década perdida y de la misma manera logró la más importante minoría en la Asamblea Legislativa, lo que le permitió frenar toda iniciativa de avance y convertirse en un grupo de extorsión al débil gobierno elegido en 2021, que terminó por cerrar la Asamblea y suicidarse para concluir su período faltando 18 meses de los 4 años para los cuales fue electo.
Ya dirán los 5 o 6 candidatos que se enfrentarán al correísmo que los ciudadanos elegirán entre ellos a aquel que deba terciar en la segunda vuelta. Serán una especie de primarias, repetirán, para justificar lo injustificable. Pero la realidad puede ser diametralmente distinta. El capo apunta a que sus marionetas obtengan el 40% de los votos en la primera vuelta y que haya una diferencia mayor al 10% con el segundo, lo cual eliminaría la segunda vuelta. Cierto que con un vicepresidente -antes candidato a la presidencia- que le quitaría el sueño a la presidenta. Y que recordaría la famosa frase de Velasco: “el vicepresidente es un conspirador a sueldo”
O, tal como van los hechos políticos, en agosto podría ocurrir que en el primero y segundo lugar queden dos candidatos populistas que coloquen al país en un disparadero sin salida: Escoger entre la sed de poder y venganza y el irrespeto a los derechos fundamentales de los ciudadanos. Ya se ha confirmado que es inútil apelar al sentido patriótico de los candidatos institucionales para que eviten la división suicida, pero no podrán rehuir la responsabilidad de lo que le ocurra a la nación en las próximas elecciones de agosto.