Sí, es una verdadera impostura que mientras en este país se haya pasado una Ley de Comunicación que vuelve ley a los cánones de la máxima corrección política, prohibiendo el uso de calificativos físicos para denigrar a una persona, introduciendo el curioso elemento del “linchamiento mediático”, el gobierno encabezado por su máximo líder, haga caso omiso de su propia ley estrella y de manera ofensiva la viole cada día, en cada intervención pública.
Analicemos el caso Guevara. Según las normas deontológicas de la mencionada ley en su artículo 10, incisos b y c, se dice lo siguiente acerca de todas las personas naturales o jurídicas que participen en el proceso comunicacional, que habrán de: “Abstenerse de usar y difundir imágenes o menciones identificativas que atenten contra la dignidad o los derechos de las personas con graves patologías o discapacidades”. Asimismo, deberán “evitar la representación positiva o avalorativa de escenas donde se haga burla de discapacidades físicas o psíquicas de las personas”.
Esto dijo Correa en su supuesta rectificación: “Que el señor Jaime Guevara es malcriado y mentiroso… que más aún tiene una enfermedad irreversible, cisticercosis, que provoca en él virulencia extrema… especialmente cuando tiene accesos de rabia e indignación contra quien no piense como él; que estos ataques lo llevan a tener la mirada perdida… dificultad para expresarse y para mantener el equilibrio, todo lo cual lo hace parecer como borracho y bajo efectos de la droga, más aún cuando apesta a alcohol seguramente por medicinas que toma”. Correa concluyó que, “mientras yo sea presidente no permitiré que cualquier patán, cualquier resentido, cualquier amargado afecte a la honra del presidente”, y opinó que hasta él canta mejor que artista.
Parecería que estamos ante un caso de violación flagrante de la Ley de Comunicación, tanto por las acusaciones iniciales que Rafael Correa profirió contra Guevara en las que le calificó como un “drogo”, como en esta posterior rectificación que dista de ser tal, pues se regodea en la patología.
¿No está Correa, desde su posición privilegiada de poder que se multiplica por millones de veces, atentando a la honra de este ciudadano? ¿No lo ha hecho mil veces con otros tantos? ¿Está el poder por encima de la ley que proclamó? Es su modus operandi. ¿Qué pasa con los medios que reproducen la cadena? ¿No tienen responsabilidad solidaria ante las afirmaciones de Correa? Nadie en este país, ni usted Presidente, tiene carta blanca para ofender a los ciudadanos y el poder -aunque a usted le disguste- es aquí y en el mundo entero sujeto de críticas y abucheos de sus ciudadanos, ¿o no se burló usted de Gutiérrez? Aquí no opera una revolución, opera una impostura.