La universidad ecuatoriana ha tenido figuras que se han destacado como sus conductores y constructores. Se podría mencionar a muchos, pero los nombres de Alfredo Pérez Guerrero, Carlos Cueva Tamariz y Antonio Parra Velasco están entre los más relevantes. No fueron solo rectores sino creadores y por ello son recordados.
Los referentes de la educación superior han sido líderes de la comunidad universitaria, no meros burócratas. Han sabido plantear grandes referentes institucionales de envergadura. Cada universidad es un gran proyecto en el que deben comprometerse maestros, alumnos y trabajadores bajo la dirección de un conductor que no solo tiene autoridad de rector, sino legitimidad de colega y amigo.
También han sido constructores de los aspectos materiales de la universidad: grandes edificios, laboratorios, campus enteros que hasta ahora albergan a las instituciones, han sido impulsados a veces en sus mínimos detalles, por los visionarios que han construido nuestras universidades. Pero, sobre todo, un rector de verdad es ante todo un gran ser humano que entiende a su gente y la junta en la tarea común.
Todo ello fue Marcelo Farfán Intriago para su alma mater, la Universidad San Gregorio de Portoviejo. Fue su creador a partir de una extensión universitaria que existía y condujo su proceso de constitución legal y material. Propuso un gran proyecto y como rector condujo a su comunidad académica a constituirse como una institución de servicio local y nacional. Fue un auténtico líder de su comunidad y un gran constructor. El amplio y hermoso campus de la Universidad San Gregorio, levantado bajo su directa conducción y empeño, es un testimonio de ello.
Marcelo Farfán murió el año anterior, pero la Universidad San Gregorio no lo olvida. Por el día del maestro la asociación de profesores le rindió un caluroso homenaje en que tuve el privilegio de participar. Será recordado como el fundador y constructor, pero sobre todo como el gran ser humano que fue.