El debate sobre el destino político del Régimen de Alianza País fue abierto esta semana por Simón Pachano, prestigioso politólogo y periodista de opinión. Quisiera abundar sobre las reflexiones hechas por Simón en la columna suscitadora que mantiene en diario El Universo, ya que los temas planteados por él son claves para entender los porqués de la coyuntura actual.
A mi modo de ver, el peor problema político que tenemos no es la ‘derechización’ del Gobierno, sino el hecho de que se vuelve cada vez más autoritario. Se puede ser de derechas sin estar en contra del sistema republicano de división de poderes ni en contra de los derechos civiles de las personas.
Ser de derechas o de izquierdas solo es una postura ideológica. Estar en cualquier lado del espectro político es perfectamente legítimo; ninguno de ellos es mejor ni peor que el otro. En política, la única virtud que debe ser exaltada en cualquier ciudadano es la de respetar y someterse a las reglas del juego democrático.
Hace siete años, un político joven y carismático ganó las elecciones presidenciales. Muchos justificaron -y justifican hasta ahora- la destrucción de instituciones que promovió una vez llegado al poder y no vieron ningún problema en que se tomara todas las instancias del Estado. ¿Por qué? Porque ese político era, según sus propias palabras, de izquierdas y la mayoría de ecuatorianos pensó que esa mera condición ideológica sería una garantía moral que validaría todos su actos (una especie de certificado de santidad que tornaría noble y bueno todo lo que aquel político hiciera).
Si es democrática, ninguna ideología política puede ser moralmente superior a otra. Creer lo contrario solo conduce a justificar el autoritarismo. Cuando un Régimen autoritario se apodera de un país da lo mismo que su discurso sea de derechas o izquierdas. Al final, siempre produce los mismos resultados. Miren, por ejemplo, lo que provocó la dictadura -calificada como derechista- de Trujillo, en República Dominicana, y la tiranía -calificada como izquierdista- de los hermanos Castro, en Cuba. Ambos regímenes se tomaron todas las instancias del Estado y manejaron las leyes a su antojo para someter a toda la población.
Si los ecuatorianos buscamos justicia y libertad debemos, por encima de todo, exigir que se reinstaure la división de poderes y la independencia de las instituciones del Estado. En el plano electoral, debemos pedir que la ley de elecciones cambie para que sea más equitativa y no beneficie en exceso al partido de Gobierno.
En una palabra, debemos dejar por un momento esa dicotomía ideológica izquierdas-derechas (que existe, por supuesto) para concentrarnos en la defensa del Estado de derecho y de la democracia.