Solamente con un cinismo ilimitado y afán de burlarse de las autoridades, puede explicarse el insólito hecho que es el propio fugado quien comunica de su desaparición a sus guardianes, a través de un mensaje de WhatsApp. Los responsables de asegurar la presencia del acusado en territorio nacional se enteran de la fuga cuando él mismo, con socarronería desbordante, les cuenta que se encuentra fuera del país.
El gobierno del presidente Moreno, la Función Judicial, la Fiscalía y especialmente los ministros de Justicia y del Interior deben sentirse avergonzados de haber sido víctimas de un engaño colosal por parte de quien fue el principal instrumento de la propaganda en el gobierno de Correa. Los engañó como a niños de pecho y se dio la satisfacción de hacerles quedar en monumental ridículo.
Esta experiencia debe servir para que el presidente Moreno y los más altos niveles de la administración tomen conciencia de la colosal organización mafiosa a la que se enfrentan. Cuenta con recursos económicos ilimitados y tentáculos políticos en varios países del mundo para lograr su propósito fundamental, que es el acoso y derribo de la administración Moreno.
Ojalá el jefe del Estado tome conciencia de que en su gobierno permanecen poderosas células correístas que responden al caudillo y no al país. Varios jueces de la Corte Nacional fueron obsecuentes servidores del prófugo, y dictaron sentencias a su favor, incluyendo aquella que llenó de vergüenza a todo el país, cuando condenaron al diario El Universo, sus directores y accionistas a pagar USD 40 millones a Correa a título de indemnización por supuestamente haber afectado su buen nombre. La unánime reacción internacional obligó al caudillo a “en gesto magnánimo” no perseguir la ejecución de la sentencia, para lo cual se montó un espectáculo circense con himnos, trasmisión en vivo, traducción simultánea, embajadores, luces y fanfarria, llevado a cabo por quien se ríe a mandíbula batiente de los funcionarios estupefactos ante su fuga.
Los jueces, la Fiscalía y los órganos de control, no logran hasta ahora una sentencia firme contra los autores del más grande atraco al Ecuador, ni menos recuperar parte alguna de lo sustraído. El gobierno de Moreno se acerca a la mitad de su período, el discurso ha cambiado, en el ambiente se respira libertad y respeto, pero: la corrupción, inclusive en estamentos militares, la inseguridad, el encubrimiento y los problemas económicos y el deterioro del empleo, se han agudizado.
Hay que reafirmar el apoyo al presidente Moreno para que conduzca al país por senderos de paz, democracia y orden y así evitar el regreso de la camarilla corrupta, pero pidiéndole, al mismo tiempo, descorreizar las instituciones, acelerar la acción y mostrar resultados concretos.
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