Millones de trabajadores salieron en todo el mundo en las marchas del 1º de Mayo, día histórico que conmemora la lucha obrera. La de Quito engalanada con la presencia de figuras emblemáticas de esa lucha, dos abogados laboralistas de impecable trayectoria: Isabel Robalino quien desfiló, a sus 100 años y siete meses de edad, con un gran sombrero y en la silla de ruedas que usa a causa de un accidente, y Julio César Trujillo, a sus 87 años, presidente actual del Cpccs-T, junto a Luis Macas, otro integrante de ese consejo y reconocido líder indígena. Con ellos, decenas de miles de personas, tanto sindicalistas como aliados. Fue también noticia la ausencia de las contramanifestaciones montadas por el Gobierno de la triste década anterior.
La marcha se hizo en medio de un feriado anunciado a último momento. Es verdad que los trabajadores han pedido, con toda razón, que no se cambie el feriado del 1 de Mayo, al que Correa, ¿quién más?, lo convirtió en movible. Pero mantener ese feriado no implicaba que se decretase un puente, que cogió de sorpresa a toda la sociedad. Es que, en el fondo, la discusión (no en redes sociales, donde enseguida sale a flote el primitivismo), sino la discusión de fondo que tenemos que tener en este país es el del trabajo y el empleo.
En este puente no fue solo la inseguridad la que afectó a las provincias de destino turístico, como Imbabura, Carchi, Esmeraldas y Sucumbíos, sino la falta de dinero. Y la falta de dinero tiene que ver con la falta de trabajo. Y la falta de trabajo, entre otras cosas, se agudiza por feriados improvisados, de última hora, que impiden planificar a quienes dan empleo. Además, siendo nuestra economía tan dependiente del autoempleo y de la pequeña empresa, un feriado así es un golpe al mentón del emprendedor. Si un burócrata se encanta con unos días libres, cientos de miles de pequeños negocios de las grandes ciudades se ven obligados a cerrar –desde el que copia llaves al que brinda almuerzos a 2,50 pasando por tiendas, almacenes y todos los oficios artesanales–, con lo que familias enteras ven disminuidos sus recursos. Debería hacerse un estudio a fondo del balance en horas de trabajo y creación de riqueza de tantos puentes como jalonan el año laboral en el Ecuador: ¿la ganancia de los destinos turísticos es mayor que la pérdida de la actividad de las ciudades? Sospecho que no.
El mejor ejemplo que se me ocurre es contrastar la desolada Plaza de Ponchos de Otavalo bajo la pertinaz lluvia del sábado con la febril actividad de las plantaciones de flores de Cayambe, que trabajaron todo el feriado para cumplir los pedidos de “Madres”, segunda mayor temporada de ventas del año. Lenin Moreno se comprometió a crear un millón de empleos en cuatro años; seguro que inventando puentes vacacionales no va a lograrlo jamás.