Atravesado el calendario por una lógica que parece afectar poco a los ritmos y estratagemas del Gobierno, el país marcha en compás de 3.
Contrariamente a lo que todos podían suponer, el Presidente se fue apartando de la partitura estridente de la Revolución Ciudadana, que tocaba a toda orquesta y forte, lo que suponía un estruendo, más que una sinfonía armoniosa. En efecto era una diferencia de estilo, pero algo más que, solamente, una diferencia de estilo.
El primer tiempo que marcó la batuta fue hacia arriba, más fuerte y fue -contrariamente a las urgencias-, el de la política.
Con un gabinete en que los rezagos del correísmo desafinaban con el nuevo tono que imprimía Lenín Moreno, el llamado a la Consulta Popular fue una diana de alerta.
Parecía un riesgo evidente, con buena parte de los ahora prófugos o encarcelados todavía con ínfulas y aparato. Pero fue una apuesta fuerte que el Gobierno se jugó.
Entonces llegó el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, transitorio, con más aciertos que errores -que los hubo,ciertamente- , su papel en la reinstitucionalización del país ha sido y es, clave.
De la Consulta los bastonazos de ciego parecen concentrarse en el desaguisado de haber llevado a las urnas a los miembros del Cpccs y esa factura tardará en enmendarse. Acaso será urgente una reforma para extirpar el órgano innecesario o acortar sus alcances. Es una Función que no existe en ningún texto constitucional del mundo.
Solapado por el tono de la política, la batuta abrió el segundo tiempo en otro movimiento hacia la lucha contra la corrupción.
Allí la dirección, más allá del bisturí que se quería empuñar, pasaba al barullo de varias voces que causaban disonancia.
El auditorio empezaba a perder la paciencia, pensaba que el director no conducía bien la batuta y que cada solista volaba con su música a otra parte, a cualquiera, menos al ‘leivmotiv’ que, en la intuición de los oyentes ansiosos, parecía diluirse.
Allí, un condenado en etapa de apelación, con varios presuntos delitos concurrentes que esperan estreno y puesta en escena.
Los expedientes, como viejas partituras, se tornan amarillentos y los intérpretes esperan el ataque final y hasta alguna fuga.
Pero la articulación hizo pasar de un movimiento a otro sin solución de continuidad ( ‘da Capo’ al fin, se diría) y volvemos a ensayar el movimiento que cierra el compás ternario, hacia arriba. Llegó la economía, luego de algunos ensayos desafinados y la apariencia de una improvisación(como en el jazz) con síncopas desordenadas llegaron los toques de atención. Y todo parece, de momento, una sinfonía concertante.
Toda orquesta con los metales y percusión cerca del Fondo, los multilaterales tocando como clarinetes, oboes, flautas, música de viento con maderas, campanas de amanecer y finos toques de triángulo para los oídos receptivos de los inversionistas.
Y sabatinas ‘diarias’, aunque con sordina; más desafinadas que nunca, desde el otro lado del charco, como un disco rayado…