Gaitanismo
A la una y cinco minutos de la tarde del 9 de abril de 1948 tres disparos de un revólver “Smith & Wesson” torcieron los destinos de Colombia. Fue en la esquina céntrica de la carrera séptima y la calle 14 de Bogotá, donde cayó asesinado el más grande de los caudillos populares colombianos del siglo XX: Jorge Eliécer Gaitán. Inmediatamente la gente salió a las calles para vengar su muerte, en medio de una orgía de sangre y destrucción que se denominó el “bogotazo”.
Gaitán fue un notable abogado penalista, profesor universitario, Alcalde Mayor de Bogotá, Ministro del Trabajo, candidato a la Presidencia de Colombia, parlamentario, jefe del Partido Liberal y, sobre todo, un formidable orador de masas. Al conjunto de sus ideas políticas se llamó “gaitanismo”.
Gloria Gaitán, hija del caudillo, dictó el jueves pasado una brillante conferencia en nuestra Universidad Andina sobre el pensamiento del líder colombiano.
Fue un hombre muy bien preparado. Después de haber obtenido el título de doctor en Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de Colombia, cursó estudios de Criminología y Derecho Penal en Italia, coronados con extraordinario éxito puesto que su tesis de grado fue calificada por el jurado como “magna cum laude”. Fue alumno del célebre penalista italiano Enrique Ferri, uno de los fundadores —junto con César Lombroso y Rafael Garófalo— de la antropología criminal y de la “escuela positiva” en el Derecho Penal, de quien recibió no solamente enseñanzas jurídicas sino también políticas porque el penalista italiano era un socialista militante de profundas convicciones.
Gaitán fue un militante socialista —socialista democrático— pero se afilió al Partido Liberal de Colombia. Su tesis de grado en 1924 se tituló “La ideas socialistas en Colombia”. Y sus más hondas convicciones le llevaron tempranamente a luchar por la justicia social y la equitativa distribución del ingreso. Gaitán trató de socializar el liberalismo, pero el Partido Liberal se dividió en dos alas: el “oficialismo” se fue con Gabriel Turbay y el sector disidente con Gaitán.
Sus enemigos conservadores lo tildaron de “acomplejado”, “inadaptado social”, “ambicioso”, “resentido”, “soberbio”, “vanidoso” y otros adjetivos del repertorio derechista.
Nada amó más Gaitán que el gran espectáculo de las multitudes, a las que electrizaba con su palabra turbulenta y con sus gestos de domador. Dominaba todos los secretos de la oratoria de masas. Conmovía, irritaba, halagaba, estremecía.
Esparcía su mensaje con palabras simples pero cargadas de tono emotivo que encendían el sentimiento y la pasión de las masas. Repetía frecuentemente su arenga: ”¡si avanzo, seguidme; si retrocedo, empujadme; si os traiciono, matadme; si muero, vengadme!”