Algunas de las facciones de izquierda que apoyaron inicialmente el proceso de la denominada “revolución ciudadana” han anunciado la formación de un gran “frente de izquierdas” para reafirmar su identidad y espacio frente al Régimen. La iniciativa, sin duda, es positiva y conjura una amenaza de aniquilamiento total. También representa una jugada táctica y electoral inteligente frente al desgaste irreversible del Régimen –más allá de las cifras de Perfiles de Opinión- y a la incompetencia del centro y la derecha para estructurarse ante los próximos comicios.
La incapacidad de las izquierdas de conectarse con las realidades contemporáneas y las masas provocó repetidos fracasos electorales. Esto obligó a replantear su estrategia y buscar alianzas electorales con partidos y movimientos que les permitieran acceder al poder. De esta forma se forjaron acuerdos con partidos caudillistas bajo la premisa de que debía captarse primero el poder y luego imponer la agenda y objetivos estratégicos de izquierda a gobiernos populares pero políticamente invertebrados. Recordemos el pacto de Alfredo Castillo con Álvaro Noboa o las alianzas con Bucaram, Gutiérrez, Palacio o el variopinto AP. Jamás sabremos si estos lances fueron estratégicos u oportunistas; fueron, sí, errores que han situado a la izquierda tradicional al borde del abismo.
La vuelta a “los orígenes”, como se ha llamado a la reunión de izquierdas celebrada el 9 de agosto, debería ser el inicio de una seria reflexión que analice el camino recorrido y que patentice las credenciales democráticas de estos movimientos, puestas muy en duda durante los últimos 4 años de “colaboración”. Algunos líderes del anunciado “frente” trabajaron activamente en la demolición de las instituciones políticas del Ecuador y contribuyeron, por acción u omisión, al proyecto totalitario que hoy condenan. Subsisten, entonces, dudas legítimas. ¿Fueron simples errores políticos, como todos cometemos, o resentimientos provocados por disputas de poder? ¿Se trata de enmendar o volver a los orígenes, colocando vino nuevo en odres viejos?
Es indispensable que el nuevo frente de izquierdas, lejos de su retórica insubstancial del pasado, exhiba sin eufemismos sus concepciones políticas y los factores que le distinguen del correísmo. Si bien el objetivo inmediato es doblegar a AP y recuperar su identidad de izquierdas, el “frente” deberá acometer un serio ‘aggiornamento’ de su ideario político que le permita superar las taras marxistas y castristas que han condicionado su conexión con la realidad y los electorados. Es necesario superar la confusión entre ideales y realidades y la incomprensible obsesión por las prescripciones fallidas y no verificables que pueblan sus doctrinas.
El frente de izquierdas es una buena iniciativa que deberían emular los centros y las derechas.