Francia y el mundo están conmocionados. Una combinación de pesar e indignación ha causado la noticia del atentado perpetrado por extremistas vinculados con Al Qaeda y al Estado Islámico (EI) al semanario Charlie Hebdo, el cual dejó como saldo 17 personas muertas.
Más allá de la reacción masiva de rechazo a este intento por coartar la libertad de expresión, algo que lo ha venido cumpliendo con su humor satírico e irreverente Charlie Hebdo desde 1970, hay varias preguntas que quedan en el ambiente: ¿Si se toma en cuenta que los autores de este atentado son hijos de inmigrantes nacidos en Francia, esto va a generar reacciones negativas contra la población musulmana? ¿El modelo laico de convivencia se pondrá a prueba, mucho más cuando se aprecia el fortalecimiento de la ultraderecha? ¿Estamos acaso ante el advenimiento de una nueva etapa en Francia y Europa en que medidas de seguridad y restricciones a la inmigración puedan eventualmente vulnerar derechos fundamentales?
Pese a que en los últimos días se han producido varias marchas de solidaridad y rechazo a los atentados terroristas, en los cuales se han reivindicado los valores de las República francesa de libertad de expresión, tolerancia y democracia, nada garantiza que los sentimientos antimusulmanes puedan germinar de manera paulatina. De acuerdo a la encuesta Ifop, publicada hace pocos días, “revela que el Islam representa una amenaza para un 29% de los franceses, aunque se aclara que el 66% de la población rechaza confundir a los musulmanes con islamistas radicales”.
No obstante, preocupa el aumento del apoyo de la población a agrupaciones políticas de extrema derecha. Por ejemplo, el Frente Nacional, liderado por Marine Le Pen, prácticamente triunfó en las últimas elecciones municipales. Esto se ha dado a medida que los dos grandes partidos nacionales (el UMP y Partido Socialista) han perdido un importante apoyo de la población. La estrategia de Le Pen se ha caracterizado por arremeter contra los inmigrantes como causantes de los principales problemas que tiene Francia. A diferencia de su padre, Jean Marie Le Pen, fundamenta sus posturas en principios republicanos y en un sesgado laicismo para atacar a los inmigrantes. Sostiene además que las instituciones de la Unión Europea no sirven y, aún más, ya no protegen a los ciudadanos. Los atentados de la semana pasada lo que hacen es reforzar justamente lo que ha venido sosteniendo el Frente Nacional.
Y aunque a la ultraderecha le va a tomar tiempo en llegar al poder, se comienza a evidenciar un aumento de las medidas de seguridad en Francia y Europa. En estos días, los gobiernos de Francia, Alemania, Reino Unido y Bélgica han anunciado medidas de excepción. Esto implica el retiro del DNI a los sospechosos de violencia islamista, intervención de las comunicaciones, entre otras.
Sin embargo, este incremento de la amenaza del yihadismo islamista no debería ser motivo para promover un recorte de las libertades.
Sebastián Mantilla Baca / smantilla@elcomercio.org