Las ideologías han dejado de ser un criterio referencial para elegir. Las campañas electorales con discursos repletos de generalidades no son útiles. “Quito grande otra vez”. “Con Correa estábamos mejor”, “Rescatemos a Pichincha, etc., son solo palabras. El populismo y el caudillismo, con frecuencia, usa generalidades y oposiciones ficticias. Se victimizan. Fabrican enemigos usando trolls etc. Ante esto, para elegir hay que observar el comportamiento ético de los postulantes. Tomar en consideración sus antecedentes.
Por otra parte, hay que considerar el programa de trabajo que los candidatos proponen. Analizar si las acciones están en un plan sostenible, si son relevantes y factibles de realizar. Propuestas con estas características serían: canales de riego para la producción, construcción de vías para fomentar el turismo y la comercialización. En caso de Pichincha podrían ser: ampliar a cuatro carriles la vía Calacalí-Nanegalito. Ampliar a cuatro carriles la vía Quito-Santo Domingo-Guayaquil. Esto evitaría aislamientos continuos entre la Sierra y la Costa. En las ciudades, sería importante construir sistemas de reciclaje de la basura, etc.
En cuanto a la consulta popular, hay que analizar cada pregunta. Unas son más pertinentes que otras. Entre las más importantes están: extradicción a delincuentes peligrosos. Disminución del número de asambleístas. Autonomía de la fiscalía. No es conveniente ver en blanco y negro.
Evidentemente que, mas temprano que tarde hay que reformar la Constitución y leyes como el COIP que han sido diseñadas para: evitar la confiscación de los bienes mal habidos, disminución de penas para los delincuentes, etc. Es indignante ver que los delincuentes que han malversado los fondos públicos y/o han recibido coimas millonarias reciben pocos años de prisión y luego salen a disfrutar de lo robado. Si ya no se puede arreglar esta Constitución, se tendrá que elaborar una nueva Constitución con menos artículos que promueva por igual derechos y obligaciones.