Luego de las elecciones el país está obligado a exigir en forma urgente una reforma política profunda, que desmonte definitivamente este modelo concentrador del poder, elimine el Consejo de Participación Ciudadana, que solo sirviera para tomarse y controlar a todos los organismos de control, de justicia, Fiscalía, en medio de una corrupción generalizada, que se profundizara en el nefasto correismo.
El camino y los contenidos para ello tienen que resolverse sin cálculos de ningún sector, lo cual resulta difícil porque viven de espaldas a la realidad, pensando ya en las próximas elecciones presidenciales del 2021 en lugar de las futuras generaciones, que están en incertidumbre pero también existe una indiferencia frente a los problemas institucionales, que exigen definiciones. No habrá cambio institucional si primero no hay un cambio personal. Lástima que nuestras élites no quieren entender los problemas del momento.
Los partidos son necesarios en un sistema democrático, con todas las fallas que adolecen, pero no pueden subsistir más de 270 movimientos políticos locales y nacionales, con miles de supuestos adherentes, cuyas firmas de respaldo ni siquiera se reflejan en los votos recibidos en las urnas. Esa es la muestra de más de 80 mil candidatos en los comicios recientes.
En general, salvo excepciones, se puede decir que existe una irresponsabilidad colectiva frente a la realidad política interna y no se hace conciencia en medio de una retórica y demagogia extremas, como fuera la tónica de la reciente campaña electoral. Cómo es posible que subsista una parte del electorado obnubilado con quien está prófugo en Bélgica luego de ponerse en evidencia el saqueo de los recursos públicos, la institucionalización de la corrupción, el control de todos los poderes y resulta que cuando se investiga y sale a luz tanta irregularidad, supuestamente no conoció nada.
Sin la generación de confianza, credibilidad, estabilidad, acuerdos mínimos, no se podrá avanzar en procesos de desarrollo y de estabilización económica. Serán acciones aisladas pero el problema se pateará hacia adelante hasta esperar que alguien de solucionando esta situación, lo cual es irresponsable porque no hay milagros. Ese es el caso de la crisis económica, que si no existiera no hubiese habido necesidad de recurrir al FMI. Se necesita la concurrencia de partidos políticos, organizaciones sociales, empresarios, gobernantes y asambleístas para ponerse de acuerdo en ciertos temas fundamentales de la reforma política y discutir sin cálculos el panorama económico y social y los cambios legales necesarios. Aquí hay corresponsabilidad de todos porque de lo contrario los que se nieguen a contribuir a la solución, seguramente tendrán que recibir el país en peores condiciones.