El inevitable camino del tiempo deja antecedentes y genera propósitos. El año 2022 ha sido escenario de hechos que han generado una profunda crisis institucional en la que sobresalen como responsables: la Asamblea, cuya mayoría liderada por UNES y el partido Social Cristiano, ha absorbido a disidentes de Pachacutik y de la Izquierda Democrática, para conjuntamente conseguir un solo objetivo: obtener la impunidad y anular los juicios penales de los acusados de haberse apropiado indebidamente el dinero de los ecuatorianos. Es la justicia deformada otra causante de la desinstitucionalización del país; se incluyen los organismos electorales que permiten que personas procesadas judicialmente, algunas portadoras de grillete, puedan ser candidatos. Más, lo sorprendente es que el pueblo, al que le privaron de la gran oportunidad de progresar, respalda esas candidaturas. Ante la crisis evidente de los partidos políticos, es indispensable tener una vinculación mayor con los ciudadanos, orientarles, informarles mediante los colectivos civiles, medios de comunicación y ONGs para que eviten el engaño de los corruptos.
Se avecina un complejo proceso electoral y en él, un Referendo Constitucional que tiene, entre sus preguntas más importantes, una que apoyaría al combate a la inseguridad, es aquella que se refiere a la posibilidad de extraditar a delincuentes y traficantes de drogas, otra que otorgaría autonomía a la Fiscal General del Estado y una que quitaría al CPCCS la capacidad de nominar autoridades de control.
La Biblia, Eclesiástico 10:2-5 revela esta verdad “ Cada pueblo tiene el gobierno que se merece”
El español Jacinto Benavente sentenció “ Los pueblos débiles y flojos, sin voluntad y sin conciencia, son los que se complacen en ser mal gobernados”
El mexicano Francisco Madero expresó “Un buen gobierno solamente puede existir cuando hay buenos ciudadanos”
¿Podremos soñar en que nuestro pueblo ha podido discernir entre candidatos correctos e incorrectos y escoger los que garanticen dignidad y ética?