Sergio Ramírez acepta la nacionalidad ecuatoriana

El escritor Sergio Ramírez, cuya condición de nacido en la tierra de Rubén Darío le dio el título de nicaragüense, desde ayer es ciudadano ecuatoriano. Ha elegido a esta tierra para tener una nacionalidad, una vez de que un tribunal aplicara una ley absurda, por expedita y espuria, para deshacerse de los opositores del mandatario, Daniel Ortega, quien ha gobernado a placer y con mano de hierro durante cuatro mandatos seguidos en Nicaragua.

Sergio Ramírez es un destacado ensayista, periodista y novelista, galardonado con el Premio Cervantes en 2018. Fue miembro de la Junta de Reconstrucción Nacional, una vez que ganó la revolución sandinista, en 1979; seis años más tarde fue vicepresidente. Ahora, alejado de Daniel Ortega, es uno de los puntales de la oposición.

La sucesión de hechos que se dieron antes de que aceptara la nacionalidad ecuatoriana es una faena planificada al detalle, obra que muestra inequívocamente que Ortega tiene el carácter de los déspotas modernos, que con el uso de las leyes abrazan la ignominia y convierten a las normas en un compendio de caprichos personalísimos una vez que ganan las elecciones.

El pasado 9 de febrero, un juez del Tribunal de Apelaciones de Managua sentenció la deportación de “222 personas sentenciadas por cometer actos que menoscaban la independencia, la soberanía y la autodeterminación del pueblo; por incitar a la violencia, al terrorismo y a la desestabilización económica".

El auto del juez declaraba que "los deportados fueron declarados traidores a la patria y sancionados por diferentes delitos graves e inhabilitados de forma perpetua para ejercer la función pública". Los sentenciados fueron trasladados desde las prisiones a un avión y terminaron expulsados a EE.UU. ese mismo jueves.

Luego, el Legislativo, de mayoría oficialista, hizo un cambio en la Constitución para determinar que los traidores a la patria perdieran su nacionalidad inmediatamente. Una semana después se anunció que 92 personas, entre ellas, Ramírez, habían sido declarados traidores. Ergo, dejaban de ser nicaragüenses.

Al escritor Sergio Ramírez, Ecuador lo recibe con admiración por la lucha a favor de la democracia, seguro los ciudadanos estas latitudes lo acompañarán en su justa. Con su caso, ahora es fácil entender que cuando un gobierno habla de "traición a la patria" se deben encender las alarmas. Los caudillos, los déspotas y los dictadores al mencionar esa frase se abanderan de un falso dilema: la patria son ellos... y quien no esté bajo su sombra merece ser interdicto y debe ser desterrado.

En esa expresión agreste, "traición a la patria", se esconde la antítesis de la democracia. Nunca olvidemos eso.

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