Independiente del Valle es un ejemplo de organización en el fútbol ecuatoriano. Es el club más exitoso de los últimos 15 años porque ha logrado construir una estructura sólida, un modelo que sirve de referencia en el Ecuador y también en Sudamérica.
El club, último campeón de la Copa Sudamericana, vende de dos a tres futbolistas cada año y se reconstruye permanentemente, con su esencia de impulsar a los jóvenes.
Independiente ha mostrado en estos años como operar con presupuestos estables, no mayores a los USD 7 millones. Y, sobre todo, se ha mantenido en ese pelotón de equipos que pelea todos los años el título de campeón ante las inversiones millonarias de los tradicionales Barcelona SC, Emelec y Liga de Quito.
En ese camino de construcción, el club administrado por un grupo de empresarios ha mantenido su particularidad de invertir más de USD 2 millones anualmente en las categorías formativas.
Otro de los progresos es que le mostró al resto de equipos competidores cómo construir un moderno estadio, con los recursos que genera.
El club del valle de Los Chillos cuenta con un escenario con similitudes a los europeos, con un diseño que atrapa, en la que todas sus localidades son techadas.
En ese camino de crecimiento ha ido ganando simpatizantes de todas las edades. No es cierto que solo van niños y jóvenes, acompañados de sus padres. Asisten hombres y mujeres, de distintas edades.
Hay que ir a uno de sus partidos de local para palpar como este club ha ido incorporando a los aficionados al fútbol del Ecuador.
Ante Flamengo por la Recopa Sudamericana, el 20 de febrero del 2023, se sintió una energía que contagiaba a los que iban por primera vez al estadio; en ese sitio se puede caminar sin temores a encontrarse con grupos violentos (integrantes de las barras bravas).
El crecimiento exitoso del Independiente también va de la mano con nuevos fanáticos que se identifican vistiendo sus camisetas
Es tedioso hacer comparaciones con otros estadios, pero al del Independiente del Valle se puede ir en familia, disfrutar de un partido sin el temor de encontrarse con aficionados violentos.
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