Las muertes por sobredosis de droga llegaron a 2 668 en Nueva York en 2021; un récord histórico en la ciudad. Y las muertes por sobredosis de fentanilo, una droga de moda 50 veces más poderosa que la heroína, llegaron a 107 000 en Estados Unidos ese mismo año, un récord para ese país.
Esta semana, el portal de noticias británico BBC dio a conocer que las autoridades de Bélgica reportaron el decomiso de 110 toneladas de cocaína en 2022 en el puerto de Amberes, la principal puerta de ingreso de la sustancia a Europa. En el mismo periodo se encontraron 50,7 toneladas de la droga en el puerto de Róterdam, en Países Bajos.
En todos los casos, las cifras reflejan un aumento derivado de una mayor demanda de estupefacientes por los habitantes de las naciones desarrolladas. Esto incide, a su vez, en una mayor producción de drogas en los países proveedores: México en el caso del fentanilo y principalmente Colombia en lo que se refiere a la cocaína.
A pesar de que los fenómenos de demanda y oferta están relacionados, el combate al délito del narcotráfico continúa enfocado en el tema de reprimir la producción y distribución, sin que la problemática del consumo, el otro elemento de la ecuación, sea atacado de manera directa y eficaz por los países en que se venden las drogas.
Así lo demostró la reciente cumbre de jefes de Estado de Norteamérica. Al final del encuentro, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, prometió a Estados Unidos y Canadá atajar el tráfico de fentanilo mediante el trabajo de las Fuerzas Armadas; y este 18 de enero de 2023, militares decomisaron 714 000 pastillas de fentanilo en el noroeste de México.
El enfoque ha demostrado ser poco eficaz. Tras la captura o muerte de un líder del narcotráfico, alguien más toma el control del negocio sea para la producción o la distribución. Además, el combate del delito de manera exclusivamente militar exacerba la violencia en las zonas de producción, como ya lo ha comprobado Ecuador.
La solución no está a la vista y seguramente no será fácil. Pero es hora de que todos los involucrados en el negocio de la droga se sienten a conversar de manera franca y busquen salidas globales e integrales a este problema.