El Vaticano, símbolo del poder temporal y del poder espiritual, es el escenario de un episodio descarnado.
Luego de largos años de denuncias horripilantes y secretos de confesión, la alta jerarquía, convocada por Su Santidad, afronta la misión de ventilar una herida: la pederastia.
El concepto de los fieles sobre la Iglesia no atañe solo a sacerdotes y religiosas, es el conjunto de la comunidad que profesa la fe católica. En esa medida, los tiempos que corren demandan asumir una de las grandes vergüenzas que arrastra la Iglesia.
Callar para evitar el escándalo, encubrir y no dar la cara han sido actitudes que pretendieron sellar muchos años de abuso sexual, violaciones y pederastia. Es verdad que toda generalización es perversa pero también es cierto que algunos sacerdotes, bajo el escudo protector de sus votos y su autoridad moral, destruyeron lo más hondo y sagrado que tienen las personas: su dignidad.
En Roma, un grupo de quienes fueron abusados sexualmente intentaron, sin éxito, acceder al Santo Padre. Eso causó angustia y frustración.
Las conclusiones de la cita espiscopal para erradicar los abusos de dejaron desazón. Había más expectativas, se exigía posturas categóricas. Pero hay puntos muy importantes que hay que cumplir. Preservar y proteger a los menores, y acompañar a las víctimas para su sanación.
Un tema clave es el de la colaboración con medios de comunicación para distinguir casos verdaderos de falsas acusaciones. La presunción de inocencia es principio primordial.
Pero la protección a los abusadores, el encubrimiento para no causar escándalo, la simple remoción de los sacerdotes señalados o una tibia reconvención, son el camino equivocado. Este procedimiento truculento ha hecho más daño a la Iglesia, pues su credibilidad ha sido minada.
Los tiempos que corren son turbulentos, es de justicia asumir las culpas y que los culpables sean castigados. El ejemplo debe primar desde la jerarquía para preservar los otros tantos valores de amor al prójimo, caridad y convivencia civilizada que millones de creyentes profesan.