Ecuador, una nación históricamente reconocida por su rica biodiversidad y su legado cultural e histórico, hoy se encuentra en medio de una crisis poco dimensionada. Las cifras publicadas por el Instituto Nacional de Migración (INM) de México son alarmantes: entre enero y mayo de 2024, casi 1,4 millones de personas están en situación migratoria irregular en México. Entre estos migrantes, Ecuador ocupa el cuarto lugar, con 136 699 ciudadanos en tránsito.
Es fundamental que el Gobierno de Ecuador aborde las causas profundas de la migración. Esto implica implementar políticas económicas que generen empleo y mejoren las condiciones de vida, así como fortalecer la seguridad y combatir la corrupción…
Este fenómeno plantea preguntas urgentes sobre las causas subyacentes y las posibles soluciones a este grave problema.
El éxodo masivo de ecuatorianos no es un fenómeno aislado. En el contexto latinoamericano, la migración forzada se ha convertido en una realidad dolorosa. Venezuela lidera con 377 401 migrantes, seguido de Guatemala y Honduras. Sin embargo, la situación de Ecuador es particularmente preocupante. Hasta hace poco, no era uno de los principales países de origen de migrantes en América Latina.
Las razones detrás de este éxodo son multifacéticas. En primer lugar, la crisis económica que atraviesa el país ha dejado a miles de familias sin recursos suficientes para subsistir. La falta de empleo, los bajos salarios y el aumento del costo de vida han empujado a muchas personas a buscar oportunidades en el extranjero. Además, la inseguridad y la violencia son factores determinantes. El incremento de la criminalidad y la falta de seguridad han provocado que muchos ecuatorianos opten por huir en busca de un entorno más seguro.
La situación política también juega un papel crucial. La falta de confianza en las instituciones y en los líderes políticos, junto con la percepción de corrupción, ha desilusionado a la población. La inestabilidad política y la falta de políticas públicas efectivas para mejorar la calidad de vida han contribuido a la desesperación de muchos ciudadanos.
El camino hacia el norte es extremadamente peligroso. De los casi 1,4 millones de migrantes ecuatorianos y de otras nacionalidades detectados en México, 738 270 eran hombres adultos viajando solos, y 362 979 eran mujeres adultas no acompañadas. Además, 154 291 adultos viajaban en núcleos familiares, acompañados por 135 151 menores, y 2 992 menores viajaban no acompañados. Estos datos reflejan la desesperación de miles de personas que arriesgan sus vidas en busca de un futuro mejor.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha negado que haya un desbordamiento del flujo migratorio, a pesar de que las medidas antimigración del Gobierno de Estados Unidos han endurecido las condiciones para los migrantes. Esta negación contrasta con la realidad en el terreno, donde el número de migrantes interceptados se ha triplicado en el primer trimestre del año, alcanzando casi 360 000 personas.
La situación exige una respuesta integral y coordinada entre los países de origen, tránsito y destino. En primer lugar, es fundamental que el Gobierno de Ecuador aborde las causas profundas de la migración. Esto implica implementar políticas económicas que generen empleo y mejoren las condiciones de vida, así como fortalecer la seguridad y combatir la corrupción.
Además, es necesario que los países de tránsito, como México, y los países de destino, como Estados Unidos, adopten políticas migratorias humanitarias y respetuosas de los derechos humanos.
A toda esta crisis se suma las diferencias entre los gobiernos de Ecuador y México, por el asilo político al exvicepresidente Jorge Glas. El Gobierno de López Obrador le concedió un asilo político a Glas, a pesar de que estaba en prisión domiciliaria con sentencias en firme por cohecho y asociación ilícita. Esto desembocó en la extracción del sentenciado por la fuerza de la embajada mexicana en Quito. Con eso, los ecuatorianos migrantes se han quedado sin asistencia consular directa en México y tienen que ser atendidos por otras representaciones diplomáticas de países amigos.
La cooperación internacional es clave para gestionar el flujo migratorio de manera ordenada y segura. Las medidas restrictivas y los operativos de deportación no resuelven el problema de fondo y solo incrementan el sufrimiento de los migrantes.
La crisis migratoria que enfrenta Ecuador es un reflejo de la desesperación y la falta de oportunidades que viven miles de personas. La solución no es sencilla y requiere un enfoque multidimensional. Sin embargo, es imperativo que los gobiernos de la región trabajen juntos para crear condiciones que permitan a los ciudadanos vivir con dignidad y seguridad en sus países de origen. Solo a través de un compromiso genuino y sostenido se podrá poner fin a este drama humano que, día a día, cobra vidas y destroza sueños.