El drama social de cada año se repite. Las largas colas y los cupos, especialmente para los colegios de más prestigio, son un problema. Ahora el tema se concentra en las llamadas Unidades Territoriales Educativas, que son nueve en total.
Antes, las colas se formaban en las puertas de los establecimientos educativos. Hoy el calvario en las afueras de los planteles se trasladó a estas unidades.
Es una medida que proviene de la nueva normativa legal. La zonificación escolar y la nueva estructura burocrática solamente han conseguido modificar el lugar de concentración de los padres de familia. El mismo problema de siempre pero con otro membrete.
La larga historia de la demanda no satisfecha de cupos está sobredimensionada. La propaganda oficial sostiene que la educación es una prioridad d. Que se tenga este factor social como prioritario es muy bueno. Que el discurso público tome el tema educativo como una verdadera política de Estado es muy importante.
Pero más allá de los cambios legales y la creación de estructura burocrática con nuevos nombres, importa verdaderamente la calidad educativa.
Al finalizar el gobierno de Alfredo Palacio se convocó a una consulta popular que lucía esencial. La atención del Estado y de los sucesivos gobiernos por la Educación debía estar en primera línea entre las políticas públicas.
El Gobierno actual ha tomado el tema educativo como bandera de lucha. Un pleito aparte con el sindicato de maestros y los planes de las escuelas del milenio (desafortunadamente, muy pocas, todavía) fueron sustanciales.
La falta de cupos y las aglomeraciones de padres desesperados solo muestran la epidermis de un problema donde la calidad y la cobertura de la educación siguen en cuestión.