Las recientes denuncias contra un fotógrafo, acusado por influencers de solicitar fotos explícitas y de haberlas manipulado y acosado, revelan un problema persistente en el sector creativo y digital.
Estos entornos, a menudo percibidos como modernos y abiertos, aún esconden dinámicas de poder que algunos aprovechan para su propio beneficio.
En este caso, las acusaciones giran en torno a un patrón de acoso y manipulación para obtener imágenes privadas. Según los testimonios, el fotógrafo habría utilizado su influencia desde 2022 para cruzar los límites de la confianza bajo la excusa de una colaboración profesional.
Este tipo de abusos no es nuevo. En 2020 también se reportaron denuncias en redes sociales contra otros dos fotógrafos. Los acusaron de subir fotos de modelos, tomadas con y sin ropa, a la plataforma OnlyFans sin su consentimiento.
La visibilidad de estas conductas suele darse cuando una o dos víctimas rompen el silencio, lo que a menudo anima a otras a sumarse.
La rapidez con la que estos casos ganan notoriedad destaca el poder de las redes sociales, que, aunque imperfectas, permiten que las víctimas sean escuchadas. Sin embargo, una vez que el escándalo se desvanece, el ciclo de acoso o manipulación continúa.
Por otra parte, los canales tradicionales de justicia muchas veces resultan ineficaces, y las víctimas enfrentan la revictimización. De ahí que muchas mujeres descartan esta opción.
Es importante recordar que la difusión de fotos íntimas sin consentimiento o autorización legal es un delito tipificado en el art. 178 del Código Orgánico Integral Penal (COIP). Está considerado como violación a la intimidad, con una pena de uno a tres años.
Esta ley sanciona a quienes acceden, intercepten, examinen, retengan, graben, reproduzcan, difundan o publiquen datos personales, mensajes de datos, voz, audio y vídeo, objetos postales. Además de información contenida en soportes informáticos, comunicaciones privadas o reservadas de otra persona por cualquier medio.
Pero, más allá de los procesos legales, y que en el mejor de los casos lleguen a sanciones, es urgente establecer protocolos y reglas claras para prevenir que estas situaciones se repitan.
Se debe garantizar que los entornos creativos, como cualquier otro ámbito laboral, sean espacios seguros y formales. Esto implica respaldar las colaboraciones mediante contratos firmados y notariados, que protejan a influencers, modelos y a sus colaboradores.
La integridad, el bienestar y el respeto mutuo deben ser principios inquebrantables en todo trabajo profesional.
Si no se implementan medidas efectivas ahora, no debería sorprendernos que estos y otros espacios laborales continúen siendo un terreno fértil para el acoso y la manipulación.