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Ecuador, tierra de asilo y principios

Otorgar el asilo es un derecho que tiene Ecuador. Que se vuelva una tierra de asilo de perseguidos políticos sería un privilegio colectivo, ante tanto abuso de poder en el mundo. Dos condiciones se requiere para ello, actuar por principios, primero de hacer del Ecuador un país de libertad, eso implica la posibilidad de la plena disidencia no sólo sin perseguir al oponente ni manipular, sino sin que sus posiciones y acciones sean descalificadas; segundo, no discriminar a los asilados según la ideología del Gobierno, sino que se acepten a personas de todas las tendencias.

Con Snowden, el canciller hi zo más que aceptar un estudio de asilo, se apresuró en cederlo con sus argumentos defendiéndolo y, al inverso, descalificando a Estados Unidos, por aspectos que podemos coincidir muchos, pero que no venían al caso. Manifestó una opción política contra ese país, en lugar de darle notoriedad al gesto del posible asilo, con una posición expectante. Ahora Ecuador quiere rectificar.

La posición, no del Gobierno de EE.UU. sino la de una senadora conservadora, de no otorgar el Atpdea a Ecuador, le sirvió al Gobierno ecuatoriano en bandeja una oportunidad para reforzar una imagen internacional de radicalidad de izquierda, cuando al nivel interno refuerza políticas económicas de centro y apertura externa. Rechazar la Atpdea parecerá como una bofetada a EE.UU., aún más ofrecerle 23 millones para que se capacite en derechos humanos, quedará marcado en América Latina como el gesto de afirmación. Desde luego que frenar los chantajes de EE.UU. era necesario que llegue, pero no fue una posición de su Gobierno.

Estas posiciones para darle el casi asilo a Snowden, exigen coherencia del Gobierno para que su invocación de principios tenga sentido. Recientemente el Gobierno ecuatoriano presentó los correos electrónicos personales de Diego Cornejo, para descalificarle en sus posiciones en Washington quien argumentaba que había amenazas a la prensa. A la inversa, condenó el uso de correos de funcionarios que mostraban su connivencia con la corrupción, caso P. Delgado. Estos ejemplos le dicen a Ecuador que puede dar asilo pero dar lecciones a terceros no le calza ni le conviene.

Los hechos muestran que está en juego en el mundo redefinir el sentido y espacio de la privacidad. La creciente tecnología para el control llega a límites impensables, justificada por la inseguridad también creciente. Gobiernos y empresas nos vigilan en todo y para todo. Lo que hace EE.UU. en vigilar el planeta no es nuevo, el "terrorismo" le dio buena justificación, pero la mayoría de Estados lo hace en mayor o menor escala. Las contradicciones ecuatorianas son acaso precipitadas por la búsqueda de ganarse espacio internacional, pero no son excepcionales.

Debatir sobre lo permitido y defender principios del ciudadano común es urgente, pero es primero una tarea ciudadana.